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Pasajeros con la libertad de llevar o no mascarilla

El fin de la obligatoriedad en el transporte público genera satisfacción, con confusión en centros como las ópticas, donde tampoco se exige

Algunos optaron por mantenerla, otros no estaban informados de la noticia, y celebraron la posibilidad de poder «respirar» en el autobús | Gemma Andreu

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En vuelos operados desde el aeropuerto de Menorca, según fuentes consultadas, algunos pasajeros se alegraban de la medida al ser informados por la propia tripulación del avión de que la mascarilla, allí dentro, dejaba de ser una medida obligatoria, aunque recomendada. En estos espacios, como en todo el transporte público en general, había de todo: personas que preferían seguir haciendo uso de esta medida de protección y otras que celebraban la libertad de ir sin ella.

Tampoco todos los alumnos que frecuentan las líneas de autobuses, escolares o no, estaban al día de la medida, y hay quienes pusieron expresión de verdadera sorpresa al enterarse de que ya no tenían esta imposición. Con las caras de sueño a primerísima hora de la mañana al descubierto, la inmensa mayoría, si no todos, optaban por ir sin ella. ¡Juventud, divino tesoro!

Primer día sin obligación de mascarilla en los taxis | Josep Bagur Gomila

Muy diferente era la elección de una señora, superviviente de cáncer, que esperando en la parada el autobús de la línea Ciutadella-Maó, confesaba a «Es Diari» que no se la pensaba quitar, y que, además, «me va muy bien, porque me protege del viento y del frío en la garganta».

Al pasar el autobús, el conductor iba sin ella, como el resto de pasajeros. Una estampa que habíamos dejado de ver durante tres años y que es síntoma de «normalización», por utilizar las palabras de las autoridades sanitarias, y una vez superado, parece, lo peor de la pandemia.

La publicación este miércoles en el BOE del fin de las mascarillas en el transporte público, con la obligatoriedad todavía vigente en hospitales, centros de salud, clínicas dentales, centros de atención especializada y farmacias, o en residencias y centros sociosanitarios para visitantes y trabajadores, marca otro importante punto de inflexión en la historia de la covid. Desde marzo de 2020, las mascarillas, que la mayoría antes no nos habíamos puesto en la vida, se han convertido en un elemento más habitual que un kleenex. Valga la comparación para recordar la mala costumbre, que en general todos practicamos, de guardarlas en los bolsillos.

La mascarilla se sigue exigiendo en las farmacias | Josep Bagur Gomila

Lejos queda, afortunadamente, según la opinión de la mayoría (en las encuestas, siete de cada 10 españoles se han mostrado a favor de quitarla), aquel verano del año fatídico en que en el debate estuvo incluso la duda de llevar mascarilla a pleno sol en la playa. En la transición hasta hoy, hemos pasado por momentos durísimos, en los que hasta en el deporte, gimnasia o danza, así como en las clases de centros docentes, para niños mayores de seis años, su uso era obligatorio. Desde educación primaria a bachillerato o formación profesional, los chicos y chicas celebraron en abril de 2022, en Menorca, la alegría de poder verse de nuevo las caras. Y esta sensación era la que predominaba este miércoles en el rostro de algunos chóferes y conductores, quienes, con una sonrisa, suspiraban: ¡Por fin!

Y es que los trabajadores del transporte público, más que los usuarios, son los que se han llevado la parte más difícil de la normativa. Esto es tres años sin interrupción de trabajo con la mascarilla para respirar durante toda la jornada laboral.

La mascarilla vino, no obstante, para quedarse, ni que sea en nuestro botiquín. Porque, aunque no se sabe a ciencia cierta cuándo dejará de usarse en los lugares donde la obligatoriedad sigue vigente, como hospitales o centros sanitarios, todos hemos entendido en general la función que tiene para evitar contagiar con nuestros virus respiratorios. Si es el sentido común el que rige ahora, más que real decretos, deberíamos seguir usándola de forma voluntaria en caso de resfriados, con virus y coronavirus, para no propagarlos entre las personas que tenemos al lado. Y con la libertad, pero tal como dictan las recomendaciones sanitarias, de hacer uso de ella en caso de población vulnerable. O para protegerse incluso del frío, de la manera como lo narraba la pasajera de autobús, si esta es la voluntad individual.

Primer día sin mascarillas obligatorias en las ópticas | Josep Bagur Gomila

En los centros sanitarios y farmacias, sus empleados, profesionales sanitarios y administrativos, miraban, todavía detrás de pantallas de protección, que también siguen vigentes, el fin de medida con cierta «envidia». En general, lo entienden; «aquí es donde más personas enfermas se concentran». Para la mayoría de este colectivo de profesionales sigue siendo duro tener que trabajar durante toda la jornada laboral con mascarillas quirúrgicas o ffp2 puestas.

La confusión estaba presente, por otro lado, al hablar de establecimientos de óptica, donde algunos creían que en el consultorio continuaba siendo obligatoria, aunque no en la tienda. No obstante, ha dejado de exigirse en las visitas ópticas, igual que en las ortopedias o de audioprótesis. Este miércoles, confundía de igual forma leer, todavía a mediodía, en la página web de una compañía aérea que el «uso de la mascarilla es obligatoria en vuelos con origen o destino en España». Y es que a todos nos hace falta apretar de vez en cuando la tecla de refresh.

El fin de hacer de «policía»

Fuentes consultadas entre el colectivo de trabajadores de autobuses y taxis de Menorca comentaban ayer la liberación que significa también, con el fin de la obligatoriedad de la mascarilla, dejar de recordar a mucha gente cuando sube al vehículo de transporte público en cuestión que se la ponga. Una responsabilidad, la de hacer casi de «policía», afirman, nada fácil muchas veces, que se había normalizado en estos trabajadores y que traspasaba sus competencias habituales.

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