Si bien el termómetro de las ciudades de València y de Málaga apenas tienen diferencias, pues ambas ciudades han llegado a superar los 40 grados durante las sucesivas olas de calor que han azotado España este verano, la temperatura del agua que baña sus costas varía en hasta 8 grados, una situación puede parecer anómala al ser ambas ciudades costeras del Mediterráneo.
Así, mientras que la boya que Puertos del Estado tiene frente al puerto de València ha llegado a registrar 28,7 grados en este julio, la temperatura actual de Málaga es de poco más de 19, subraya a EFE el jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología, José Ángel Núñez Mora.
Núñez Mora incide en que, además, las constantes olas de calor han provocado que la temperatura media de las aguas superficiales -20 millas desde la línea de costa- en las zonas costeras españolas sea de 24,6 grados, «la mayor registrada en aguas costeras de España desde, al menos, 1940, superando los registros de 2015 y 2022».
«El mar Mediterráneo está en máximos históricos», señala Núñez Mora, que no obstante explica que hay grandes diferencias entre unas zonas y otras del territorio nacional, como ocurre entre el mar Balear (zona marítima entre las costas de Valencia, Castellón, Tarragona y Mallorca y Eivissa) y el Alborán, la parte más occidental del mar Mediterráneo que baña la costa de Málaga.
El especialista indica que «la temperatura actual en zonas como Tarifa o Algeciras es inferior a 18 grados y la temperatura en Málaga es de poco más de 19», hecho que «contrasta fuertemente con los 28 ºC de zonas del mar Balear».
Los intercambios de masas de agua, claves en esta desviación
Esta desviación en las mediciones se debe a los intercambios de masas de agua que tienen lugar a través del estrecho de Gibraltar, donde el océano Atlántico, de aguas más frías, entra en contacto con el mar Mediterráneo, resalta a EFE el investigador del Instituto de Ecología Litoral de El Campello (Alicante) y doctor en Biología, David Gras.
Este fenómeno de enfriamiento se produce «porque el agua que entra al Mediterráneo procedente del Atlántico viene por superficie, mientras que la que sale del mar al océano va en profundidad», según el experto.
«En las zonas más cercanas a donde ocurre el intercambio, que es el mar de Alborán, el efecto del agua atlántica es mayor y por eso la temperatura del agua en esa zona es inferior», afirma Gras, quien añade que las aguas próximas a la Comunitat Valenciana son más calientes porque «están de vuelta» después de recorrer gran parte del Mediterráneo.
Por su parte, Núñez señala que estos enfriamientos por entrada de agua atlántica «no llegan al mar Balear» y añade que «de ahí que climáticamente (ese área) suela ser más cálida que en zonas costeras más al sur, aunque cuando predomina el viento de levante, también las aguas del mediterráneo andaluz permanecen cálidas».
Tras el nuevo récord de temperatura registrado en un mes de julio en la boya de València, todo indica que en agosto se superará el máximo histórico de 29,94 grados en las aguas cercanas a la Comunitat, que data del 11 de agosto del pasado año en una jornada en la que también se superó el dato más alto del mar Balear en cuatro décimas, con 29.3 °C, la mayor cifra registrada desde el mismo mes de 2003.
El investigador del Instituto de Ecología Litoral indica que este «incremento fuera de lo normal» ocurre por «la continuidad de las olas de calor, que se trasladan de la atmósfera a la hidrosfera, que es lo que está pasando este verano y lo que ocurrió en el anterior».
La cada vez más temprana llegada del calor estival también influye en este fenómeno, ya que el agua se calienta «al principio de verano y ya no al final», explica Gras, por lo que «se arrastra esa temperatura del agua a lo largo de tres meses, como poco».
Cambios ambientales, dana y erosión de la costa
La ya casi costumbre de ver cómo se baten récords y cifras históricas de temperatura año tras año hace que se den por ordinarios fenómenos que no lo son, los cuales tienen grandes consecuencias para el medio ambiente y los ecosistemas.
De este modo, el incremento de grados en la temperatura del agua va más allá de un juego de números y estadísticas, pues se traduce en cambios en las condiciones del mar a lo largo de los años y en su «tropicalización», que conlleva «cambios ambientales que se trasladan a los seres vivos y a los organismos marinos».
La vida marina puede verse amenazada por «especies invasoras exóticas que viven en zonas subtropicales, mares más cálidos, y que pueden llegar aquí por las corrientes, adaptándose perfectamente debido a que la temperatura del mar les permite sobrevivir, representando así un competidor a la fauna autóctona, a la puede desplazar», advierte el investigador.
Además de estos efectos en la biodiversidad también se originan cambios de tipo indirecto, como la erosión de la línea de costa derivada de las gotas frías y tempestades que, según Gras, surgen «del calentamiento excesivo de columnas de agua».
Asimismo, las DANA propias de las zonas mediterráneas de la península aumentarán su frecuencia y potencia debido a la mayor evaporación de agua marina, lo que conlleva precipitaciones y oleajes de mayor energía.
Así, concluye que pronto se sobrepasarán los 30 grados en el mar de la costa valenciana y se superarán los 20 en las aguas más occidentales y cercanas al Estrecho de Gibraltar del país, acortando así una diferencia cada vez menor entre las temperaturas que marcan los termómetros fuera y dentro del agua.