Con cierto alivio, pero sin lanzar aún las campanas al vuelo, han recibido, los inquilinos que viven en los pisos que tiene en Ciutadella la Fundación Hesperia, la noticia de que el lunes se retomarán las obras de su fachada. Ocurrirá dos años después de que se apuntalaran los boínders por riesgo de derrumbe, y después de más de medio año con placas de pladur sin sellar, a modo de cerramiento provisional en sus comedores.
La eternización de estas obras y las condiciones en que han tenido que vivir los ocupantes de las viviendas, aconsejan prudencia entre el vecindario, que espera ya la llegada de los operarios este próximo lunes. «La idea es empezar y no parar hasta que acabemos», apuntaba el arquitecto responsable del proyecto, Joan Soria, quien confía que «puedan estar listas en un mes y medio».
Tras resolver las problemáticas que fueron surgiendo, el arquitecto señaló que «se reharán totalmente los boínders, tal como eran antes», con «una combinación de obra y elementos metálicos, para aligerar la estructura». Habrá «refuerzos de hierro encapsulados» y ventanas, tal como tenían en sus galerías los vecinos.
En cuanto a la inversión prevista, Soria no pudo precisarla, al ser una cuestión que controla directamente la Fundación Hesperia, desde donde, asegura, «ha habido buena voluntad para dar solución» a las deficiencias del inmueble y a las dificultades que fueron surgiendo.
Lentitud
Como valoraban los inquilinos del edificio el pasado 4 de enero en las páginas de «Es Diari», para ellos esta intervención «dura más que la Sagrada Familia», teniendo en cuenta que en febrero de 2022 se apuntalaron los boínders, que el agosto pasado los derribaron y colocaron placas de pladur, y que desde entonces conviven con grietas abiertas al exterior por donde se cuela calor y frío.