Cuando el compositor madrileño Fernando García Morcillo escribió «Mi vaca lechera», no se equivocaba al decir !Ay, qué vaca tan salada, tolón tolón! Obsérvenlas con atención. Son curiosas. Mueven su particular tupé mientras saborean hierba fresca y nos enseñan su larga lengua. Además de ser un elemento identitario de la vida agraria menorquina, son la pieza central de la calidad del producto local. Su 'buena vida' es la responsable del magnífico queso que fabrican las explotaciones. Su carne también evoca ese buen vivir de las reses que pacen por nuestros campos bañados por el rocío.
Aunque Menorca cuente con un importante abanico de razas, la vaca frisona es la que llena los campos de sus peculiares manchas blancas y negras. Es una vaca principalmente lechera. De ella obtenemos leche con unas cualidades más que excepcionales para la elaboración del queso con distintivo de calidad.
En la Isla hay cerca de 8.300 animales paciendo a sus anchas. Este censo que registra y controla la Asociación Frisona Balear, muestra una clara estabilización del número de reses. En un año Menorca ha reducido su cabaña en tan solo 69 animales. Hay que recordar que en los dos ejercicios anteriores, la Isla perdió la friolera de 1.600 cabezas. La caída mayor se registra en el número de hembras reproductoras de más de dos años con una pérdida de 155 ejemplares. También baja el número de machos en 16 ejemplares. En cambio, crecen en 102 las hembras de recría.
En lo que respecta a las explotaciones dadas de alta en el censo de la entidad, Menorca ha perdido una finca. Son dos en el conjunto balear. Actualmente son 105 las ganaderías en activo que dan producción lechera a Menorca.
El secretario de la Asociación, José Ramón de Olives, señala que la subida del precio de la leche ha sido la responsable de esta estabilización de la cabaña bovina frisona. Y a consecuencia, el Plan Provilac que también ha sido y sigue siendo vital para la supervivencia del sector. Sin olvidar que «no cubrimos los costes de producción». Además, hace referencia al año agrícola que acabó con mjor sabor de boca del esperado y que, por tanto, las fincas pudieron hacer acopio y evitar la compra masiva de forraje y piensos para alimentar al ganado.
Pese a sus reducidas dimensiones, Menorca sigue siendo la isla más ganadera de vacuno lechero de Balears. En el conjunto del Archipiélago, hay inscritas 124 explotaciones y 10.241 vacas frisonas. Menorca concentra el 84,7 por ciento de las fincas y pacen en ella 8 de cada 10 reses. De ahí la importancia de seguir apostando por el producto autóctono con el que dar aire a un sector que vive al borde del precipicio.
Es cierto, en cambio, que si echamos la vista atrás, este centenar de fincas que siguen encendiendo las salas de ordeño a diario es prácticamente la mitad que las existentes hace una veintena de años. En 2004 la Isla contaba con 213 explotaciones. Y si nos fijamos en el número de hembras reproductoras, en aquel entonces había 11.693. Ahora son 6.093.
26 litros al día de leche
La vaca frisona destaca por su alta productividad lechera. La Asociación Frisona Balear colabora en la gestión del Control Lechero Oficial (IRFAP). Se trata de una herramienta de trabajo importante para la selección de vacuno de leche.
Para los ganaderos, poder disponer de información sobre producción, calidad de leche y recuento de células somáticas sirve de gran ayuda para la toma de decisiones en el aspecto económico y zootécnico de sus explotaciones. Según los datos de 2023, durante el período de lactación (los días comprendidos entre la fecha de parto y la de secado) cada animal produjo de media 9.554 kilos de leche, lo que representa una media de 25,9 litros diarios por vaca. La media balear es algo superior, alcanzando los 9.900 kilos por animal y los 26,8 litros diarios.
No hay duda que para Menorca, la frisona no es una vaca cualquiera.