La falta de personal ha motivado la queja de los familiares de una usuaria de la Residencia Geriátrica Asistida de Maó, que no pudieron darle un paseo, como acostumbran a hacer dos veces por semana, porque el centro no tenía los medios suficientes para vestirla y prepararla, según explican los hijos de esta anciana de 91 años, dependiente y con problemas severos de movilidad que la obligan a estar en la cama o en silla de ruedas.
El Ayuntamiento admite que una serie de bajas laborales ha trastocado el servicio esta semana y que, ante la falta de auxiliares sociosanitarios, las personas sin movilidad se levantan y salen estableciendo turnos; las fuentes oficiales alegan que este es el protocolo y que se trata de una situación excepcional, ya que la plantilla está cubierta según lo que marcan las ratios de personal y atención en residencias de mayores. También por protocolo el centro no permitió a los hijos que ellos mismos vistieran y prepararan a su madre para salir, no se autoriza a personas sin formación específica realizar estas tareas, argumenta el geriátrico.
Lo sucedido en la residencia municipal de Maó evidencia el problema que tienen los centros asistenciales de la Isla para completar sus plantillas y cubrir vacaciones y bajas. Las bolsas de determinados profesionales sanitarios y sociosanitarios están vacías, o muchas veces cubrir una baja inesperada de unos días o una semana simplemente no interesa a los posibles candidatos, que pueden tener otro trabajo.
La punta del iceberg
La vicepresidenta y consellera de Bienestar Social, Carmen Reynés, advierte que «hay que avanzar en formación para lo que viene», que es la apertura inminente del geriátrico Maó-Santiago, la ampliación del de Sant Lluís, la futura residencia para mayores dependientes de Es Migjorn Gran y el geriátrico ya en obras de Es Castell; antes se espera que funcione el centro Trepucó III para personas con problemas de salud mental. La demanda de trabajadores especializados es enorme y el envejecimiento de la población no se detiene, «con las residencias no cubriremos toda la demanda por eso queremos ampliar el servicio de atención a domicilio de alta intensidad», pero eso requiere también de profesionales del área social.
No es la primera vez que Reynés alerta de que no se puede recurrir únicamente a trabajadores de fuera, sino que hay que formarlos aquí, «que no nos encontremos con una situación crítica de poner en marcha un servicio, que debe ser de calidad, y no podamos contar con personal», declaró ayer.
Reynés no entra a valorar la queja formulada sobre el geriátrico de Maó, que se enmarcaría en ese problema general de falta de trabajadores, «las bajas se producen de un momento para otro y si las bolsas están vacías o al que está en ella no le compensa, son difíciles de cubrir», apunta.
En este sentido, explicó que las bolsas de cuatro perfiles profesionales concretos, auxiliares de geriatría o cuidadores, integrador social, auxiliares de enfermería y educador social, estaban vacías y se han vuelto a convocar, «acaba de cerrar el plazo y aún no sabemos el número de trabajadores que se han presentado». Uno de los perfiles más difíciles de cubrir es el de enfermería, explica, y como en otras profesiones, hay factores externos que complican la contratación, el elevado precio de la vivienda es uno y otro, apunta Reynés, es el requisito del catalán, mínimo un A2.
La consellera afirma que «se tiene que trazar una línea estratégica de formación» para que profesionales de la Isla cubran este nicho de empleo. «Trabajamos para coordinar y ampliar la oferta académica de sociosanitario», señala Reynés. Su departamento convocó una reunión con representantes de los centros e instituciones que expiden el certificado de profesionalidad en el ámbito de cuidados sociosanitarios y de geriatría para potenciar esta rama educativa y también ofrecer los centros del Consell para hacer las prácticas.
El apunte
«Mi madre se pasó todo el día de ayer y el lunes en la cama»
«Mi madre tiene 91 años, no se puede mover pero está bien de la cabeza, le gusta que la llevemos a dar un paseo, a tomar un café, salir del geriátrico», explica Nardo Montañés a «Es Diari». Suelen hacerlo tanto él como su hermano un par de veces por semana y el lunes por la mañana llamaron al centro para salir con su madre por la tarde, pero «nos dicen que no, que están sin personal para vestirla y sacarla a pasear, se pasó todo el día en la cama y ayer igual, considero que es muy grave y sabemos que ha pasado con otros usuarios».
Este familiar ha presentado una queja ante el Ayuntamiento, de manera digital a través de la carpeta ciudadana, ya que en la recepción de la residencia «nos comentaron que no tenían hojas de reclamación, que lo hiciéramos por correo electrónico», afirma, molesto con el trato recibido. Ellos mismos quisieron arreglar a su madre para salir pero por el protocolo del centro se lo impidieron.
Este familiar no duda en señalar que la atención es mejorable, «a veces la hemos encontrado llorando porque no la ponen en el váter» para hacer sus necesidades. Sin embargo, la gerencia del geriátrico, a través del departamento de prensa del Ayuntamiento, niega que esta usuaria esté desatendida. «La levantan cada día y de 12 a 18 horas está en la silla de ruedas ya que no camina», explican, el lunes estuvo en cama, lo confirman, pero «le habían hecho la higiene y los cambios posturales» habituales.