Solo una de cada seis viviendas de la Isla, aproximadamente, cuenta con una cédula de habitabilidad válida en vigor. El hecho que muchos propietarios no renueven este documento en el plazo establecido de diez años provoca esta situación. Según el recuento divulgado por el IDE Menorca, en estos momento hay 11.104 cédulas válidas, cuando el parque de viviendas se estima en unas 58.000, a tenor de las estadísticas de la Dirección General del Catastro.
De las 11.104 cédulas de habitabilidad que hay ahora mismo en vigor, 10.178 corresponden a inmuebles que tienen la vivienda como uso principal identificado. El resto son locales, alojamientos o comercios, entre otros. Estos edificios con la documentación en regla suman 74.327 plazas autorizadas.
Aproximadamente la mitad de las cédulas de habitabilidad en vigor corresponden a renovaciones del documento, 5.528, mientras que 3.047 son primeras autorizaciones para residencia. El resto, unas 2.500, son las denominadas cédulas de carencia, que son aquellas que se han expedido en el caso de construcciones finalizadas con anterioridad al 1 de marzo de 1987 y que en el momento de la emisión no disponen de la correspondiente cédula de primera ocupación o licencia municipal de ocupación.
Por citar un ejemplo que ilustre la baja existencia de cédulas válidas en zonas donde las construcciones ya tienen un tiempo, en la concurrida avenida Menorca de Maó, con numerosos bloques de pisos que suman cientos de viviendas, apenas se ven en el mapa del IDE una docena de cédulas de habitabilidad en vigor.
El apunte
Un trámite que requiere de varios documentos y el pago de una tasa
Las cédulas de habitabilidad se tramitan en el Consell. Requieren presentar varios documentos, como la acreditación de titularidad, un certificado de habitabilidad expedido por un técnico competente, la cédula anterior si es una renovación y una fotografía actualizada del inmueble. Si el edificio está en rústico o se dedica al alquiler turístico, alguno más. La tasa ronda los 25 euros, más ocho euros por plaza en los edificios residenciales. Todos estos trámites, y el desconocimiento de la normativa, frenan a los propietarios a la hora de renovar sus cédulas. Si no hay que contratar ningún servicio de suministro ni alquilar o vender la casa, en realidad se convierte en un documento poco requerido en el día a día. De aquí, el bajo nivel de renovación.