«El problema de la vivienda es complejísimo y nos supera. Caritas hace todo lo que puede con los recursos que tiene, pero lo que sí es seguro es que nos gustaría hacer siete veces más de lo que hacemos. Es difícil», resume el nuevo directo de Caritas Diocesana de Menorca, Lorenzo Lafuente haciendo alusión a los datos del 2023.
El año pasado, un total de 176 personas solicitaron ayuda para acceder a una vivienda y 25 pasaron por una de las tres viviendas sociales de las que dispone la entidad, dos en Ciutadella y una en Maó.
Los datos del 2023 contrastan con los del año anterior, en el que 40 personas gozaron de este servicio de vivienda, lo cual constata una notable rebaja de usuarios hasta prácticamente la mitad. Según Caritas, el motivo radica en la escasa oferta de alquiler de pisos residenciales.
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«Los beneficiarios pueden estar en las viviendas sociales un máximo de dos años. De esta manera podemos realizar un recorrido con ellos. Pero claro, ahora al cabo de dos años nos encontramos con que no hay pisos en alquiler en el mercado. Ese es el gran problema», explica el secretario general del ente en la Isla, Guillem Ferrer, quien explica que de esta forma pueden acceder menos usuarios al sistema de rotación que usa la entidad en sus viviendas de emergencia.
«Si ya muchos jóvenes menorquines no consiguen independizarse, imaginen aquellas personas recién llegadas a la Isla. Ni las administraciones ni las entidades tenemos suficientes viviendas de emergencia para atender a la necesidades de los usuarios. Al fin y al cabo, la falta de vivienda es la pescadilla que se muerde la cola y es un tema que nos afecta a toda la sociedad», prosigue Ferrer.
Más jóvenes y en situación irregular
Un total de 1.863 beneficiarios se acercaron hasta las oficinas de Caritas en Menorca en 2023, apenas 33 más que en 2022. Sin embargo, sorprende que casi un 40 por ciento de ellos son nuevos demandantes, lo cual sí supone un incremento del 9,5 por ciento respecto al año anterior. Según los responsables de Caritas en la Isla, esto se debe principalmente a dos factores: la llegada de migrantes y un mayor número de gente que trabaja pero no llega a final de mes.
Desde la entidad cuentan que pese a tener una nómina garantizada en la mayoría de los casos, muchos se ven obligados a pedir ayuda a Caritas para poder acceder, entre otras cosas, a una vivienda digna. Y es que cuatro de cada diez usuarios son menores de 35 años, por lo que alertan de una «cronificación de la pobreza en la población más joven».
En Menorca y 'sin papeles'
De hecho, el número de personas en situación administrativa irregular que se acercan hasta la entidad se ha incrementado en un 37 por ciento en comparación con el año anterior. «Esto no quiere decir que hayan entrado de manera ilegal, sino que a lo mejor han venido como turistas y se han quedado aquí», avisa el director Lafuente.
A su vez, destacan la creciente presencia de usuarios de la comunidad iberoamericana, especialmente de origen colombiano, que quieren «integrarse en la sociedad» y acuden a las parroquias «en busca de calor, compañía y consejo».