El instituto Maria Àngels Cardona de Ciutadella, el único centro público de Menorca que imparte cursos reglados de hostelería y turismo a la espera de la futura escuela proyectada en la antigua estación marítima, forma cada año a un centenar de alumnos, de los que «30 o 40» logran completar sus estudios. Pero la demanda es tan elevada que, según el jefe del departamento, Jaume Galmés, «quien no trabaja es porque no quiere, incluso aquellos que han suspendido».
Menorca adolece sobre todo de camareros formados, pero son más los que quieren ser cocineros, por el mayor «prestigio» que la sociedad les confiere.
Solo 13 jóvenes terminan este año el curso formados para ejercer de camareros y Jaume Galmés augura que el próximo año «apenas serán cinco, ya que gran parte de los 20 alumnos que empezaron primero lo han ido dejando».
Falta de camareros
La mayoría de los que estudian segundo son contratados a partir de marzo y otros optan, sobre la marcha, por reorientar su futuro profesional. «Lo que más falta hace en Menorca son camareros, pero cuesta que se quieran formar», dice Galmés. «Existe la creencia, equivocada, que hacer de camarero es servir platos, cuando va mucho más allá. Tienes que ser muy discreto, saber estar y saber hacer».
La familia profesional de cocina es más demandada, hasta el punto que «cabría ampliar las actuales instalaciones». Una tendencia que también se produce en Mallorca y que ha hecho que tres jóvenes de la isla vecina se hayan trasladado a Ciutadella para completar aquí sus estudios de dirección de cocina, donde cuentan con profesores reputados como Felip Llufriu, estrella Michelin en Can Roca.
El mercado laboral demanda tanto a estos profesionales que incluso los que cursan la FP básica ya trabajan en algunos de los más de 100 locales asociados al departamento. La formación dual les permite compaginar estudios y trabajo, y al menos una docena de ellos son contratados por buenos hoteles y restaurantes.
De hecho, con la nueva ley, «a partir del próximo curso también los de primero harán prácticas, y eso es bueno para que empiecen a tener experiencia laboral. Aun así, el sacrificio personal que supone trabajar en turnos de tarde-noche cuando tus amigos y familiares están de fiesta retrotrae a parte del alumnado».
Formado en restaurantes como Can Roca o el Bulli, Jaume Galmés contrapone la «grave falta de profesionales de servicios» a las «múltiples salidas laborales que ofrece la FP, mayores que la universidad».
El apunte
La escuela de hostelería no llega: «que los políticos se pongan ya las pilas»
Ocho de las 40 ofertas de trabajo privadas publicadas hasta ayer mismo a través del Servei d’Ocupació (SOIB) buscan contratar a cocineros o camareros de sala. Las empresas requieren este perfil profesional porque empieza a escasear. «Lo principal, lo que más nos urge, es tener personal. Y si, encima, está formado, ya es para darse con un canto en los dientes», dice el empresario José Bosch.
En este sentido, el presidente de la asociación de restauradores de Pime, Antoni Sansaloni, pide a la administración «que se ponga las pilas» y no demore más la construcción del Centro Integrado de FP sobre Turismo y Restauración en la antigua estación marítima de Ciutadella que, según los primeros anuncios del anterior Govern, debería haberse puesto en marcha en 2018.
El Consell de Govern autorizó este viernes la inversión necesaria para hacer realidad el proyecto, pero la patronal desconfía. «Hay jóvenes interesados en trabajar como camareros -comenta Sansaloni- pero contratarlos sin que estén formados supone un riesgo para las empresas».