Con más de diecisiete mil habitantes que superan los 65 años y una esperanza de vida al nacer que, de media, llega a los 84,4 años, la atención a los mayores, tanto en geriátricos como en centros de día, es uno de los grandes retos que afronta Menorca a medio y largo plazo. En el presente ya hay más demanda de plazas que oferta, y los centros en construcción no avanzan al ritmo que requiere un problema social de tal magnitud.
La lista de espera apenas se ha alterado en un año, son 381 los inscritos para obtener una plaza geriátrica (la lista es insular, hay personas con solicitudes en distintas residencias) y otros 308 para los centros de día, casi 700 personas mayores con unos porcentajes de dependencia cada vez más altos. Las administraciones son conscientes del problema que se avecina y hay nuevos centros en construcción y otros en proyecto, pero los procesos son demasiado lentos, para algunas familias la anhelada plaza llega demasiado tarde, cuando el o la usuaria en potencia ya ha fallecido, pero nuevas altas hacen que la lista de espera se mantenga elevada.
Además, los geriátricos existentes deben afrontar reformas y ampliaciones para mejorar y modernizar equipamientos, obras que en casos como el de la residencia de ancianos del Consell en Maó pueden suponer una reducción de plazas, al adaptar los espacios a las ratios que marca la normativa actual. Otro problema llegará después, a la hora de dotarlos de personal especializado.
Menorca dispone de 672 plazas geriátricas, la mayoría públicas, 429 en residencias, 173 en centros de día y 42 en centros de promoción de la autonomía; otras 28 están en centros de día privados. Las 302 plazas que se calcula aportarán los nuevos equipamientos ya serán insuficientes para cubrir la demanda cuando se inauguren, pero es que además solo están en marcha y se construyen las de los centros de Maó, Es Castell y Es Migjorn. Mientras, la presión del envejecimiento poblacional no da tregua.