La pesca de arrastre se sigue practicando en zonas protegidas de las aguas de Menorca y las investigaciones sobre el fondo marino constatan –gracias a los datos de posicionamiento por satélite–, que las barcas actúan a mayor profundidad, en busca de especies preciadas y caras en el mercado como la gamba roja (Aristeus antennatus).
Esta actividad pesquera «se solapa» con la protección «sobre el papel», afirma el doctor Miquel Canals, director de la Cátedra de Economía Azul Sostenible de la Universitat de Barcelona. «Hemos constatado que dentro de las áreas protegidas se sigue practicando la pesca de arrastre, sobre todo en el talud al norte del Canal de Menorca y también en la parte sur de la isla hay caladeros donde hay un esfuerzo importante, dentro y alrededor del cañón», explicó ayer, durante el receso de una de las sesiones que imparte en la Universitat Internacional de Menorca Illa del Rei (UIMIR).
El coordinador de este curso sobre el impacto de la pesca de arrastre en los fondos marinos, celebrado en la sede del Institut Menorquí d’Estudis en Maó, es Jacobo Martín de Nascimento, uno de los científicos europeos en el Cadic-Conicet, el Centro Austral de Investigaciones Científicas en Ushuaia, Argentina. «La pesca de arrastre genera impactos que no se restringen al recurso vivo en sí, sino que modifica el hábitat, con cambios en la morfología a muchas escalas, desde centímetros a todo un margen continental de miles de kilómetros, cambios en la pendiente y el relleno por el uso crónico de esta actividad», explicó Jacobo Martín, quien añadió que actualmente, gracias a la tecnología avanzada, se comprueba que los impactos de la actividad humana «llegan hasta las mayores profundidades, los batiscafos que han bajado a la fosa de Las Marianas, a más de 11.000 metros de profundidad, han encontrado envoltorios de golosinas».
Ambos científicos están de acuerdo, no obstante, en que la prohibición total e indiscriminada de la pesca de arrastre, que tiene una tradición histórica en Balears, no es «la solución mágica» para resolver este problema, ya que se debe tener en cuenta el componente social, pero sí abogan por una práctica restringida.
El entorno de Menorca está casi todo protegido pero en la práctica «no se acaba de implementar un sistema de vigilancia que obligue a respetar esa protección», apunta Canals. Sobre la compatibilidad de esta pesca y la preservación natural, los expertos creen que de forma «incontrolada, no es admisible, pero sí lo es en áreas controladas, eso implica un control riguroso y que se respeten esas áreas, hay una cuestión pendiente que es de ordenación de usos del espacio marino». Los científicos valoran las restricciones en los días de pesca o las limitaciones de profundidad –la pesca de arrastre con artes de fondo está prohibida en el Mediterráneo a más de 800 metros–, y afirman que su viabilidad «es cuestión de hallar un equilibrio, que aquello que se puede pescar dentro de la normativa permita que la actividad sea económicamente sostenible».
Lo que hay es más pobreza, corrupción , más impuestos , más colas en los hospitales,...a eso hay que ir a investigar