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Las historias detrás de las dos esculturas que son símbolos artísticos de Ciutadella

Ubicadas en la rotonda de entrada y en Ses Voltes se han convertido desde hace 30 y 40 años en auténticos emblemas de la ciudad

El Be de Sant Joan y un caballo, dos símbolos de las fiestas de Sant Joan, que tienen su escultura en Ciutadella

| Ciutadella |

Hace 40 años, no existían ni la Rotonda des Cavall ni la Placeta des Be, dos espacios urbanos que han adquirido el nombre popular de las esculturas que se instalaron y que, hoy en día, son dos de los símbolos más característicos de Ciutadella. No es casual que ambas figuras representen también dos elementos esenciales de las fiestas de Sant Joan, los festejos ancestrales por y para los que vive la ciudad y que fueron la fuente de inspiración de las dos obras.

Pero ni una ni otra se idearon inicialmente tal como quedaron. La estatua de Es Be debía ser de mayor tamaño e instalarse en la Plaça de la Catedral y el caballo de la rotonda, ser menorquín y tener un caixer fadrí montándolo. El tráfico que entonces circulaba por Ses Voltes y delante de la Catedral y la fascinación que sintió el alcalde Josep Carretero en un viaje a Vigo acabaron condicionándolo todo.

La mujer 'fabiolera'

Una tercera escultura, la que desde 2013 emula a una mujer fabiolera en la pequeña rotonda situada en la confluencia entre las calles de La Pau y Alfons Vè, no ha logrado arraigar como las anteriores. Obra del escultor y bisutero Sebastià Marquès Lluch (1958), se titula «Somni d’una nit de Sant Joan» y fue cedida por el propio autor al Ayuntamiento como homenaje a Ciutadella y Sant Joan. Pretendía, asegura, reconocer el papel que desempeñan las mujeres durante la fiesta.

Esta es una de las seis esculturas urbanas que se han instalado en otros tantos espacios de la ciudad a lo largo de los últimos 20 años, con un impacto dispar entre la población.

Del «Secreto» al «Despertar»

«El secreto», la obra de mármol sumergida en la fuente de la Plaça d’Artrutx en la que dos mujeres se susurran al oído, ha sido la que más ha calado. Obra de la escultora Leticia Lara, realza la emblemática plaza del centro desde que el ayuntamiento la reformó en 2007.

Ese mismo año vio la luz el «Monument als sabaters», diseñado por David Genestar en homenaje al sector del calzado y que se ubicó en la primera rotonda frente al polígono. Tres años después, en 2010, se instaló «El despertar» de Núria Román en la plaza Federico Pareja. Costó 18.000 euros.

El Govern balear remató en 2006 la construcción de la Ronda Sur con la escultura «La porta de la mar», de Josep Sirvent, que engalana una de las rotondas de la vía de circunvalación. Años más tarde, Mateu Ametller, quien trabajaba la piedra de marès, vio instalada su figura de un gato en la rotonda del Canal Salat.

La estatua de 'Es Be' (Matias Quetglas, 1986, Ses Voltes)

La estatua de Es Be fue la primera que se encargó e instaló, en 1986. El escultor y pintor figurativo Maties Quetglas (Ciutadella, 1946) decidió esculpir la escultura como una contribución personal al pueblo que le vio nacer. Unos años antes, siendo joven, ya había realizado una litografía    de s’Homo des Be con gafas de sol y pantalón corto «para denunciar el incipiente turismo que empezaba a transformar una tradición tan enraizada como la de Sant Joan». Una deuda pendiente -explica- que saldó con motivo de la muestra retrospectiva que inauguró la sala municipal de exposiciones del Roser. «Quería tener un gesto de agradecimiento con Ciutadella», recuerda.

Su primer propósito fue realizar una escultura de tamaño real, «mucho mayor que la actual», para instalarla en la Plaça de la Catedral, entre la puerta lateral y la principal del templo, y así se lo trasladó al alcalde de la época, Antoni Orell. Pero el temor a que se interpretara como una iniciativa de la Iglesia y la posibilidad de que entorpeciera la circulación rodada de los coches que, aún entonces, transitaban por la plaza aconsejó cambiar de ubicación. La finalmente elegida fue la vecina plazuela que asomaba al inicio de Ses Voltes. «Antes era la Placeta de Ses Porgueres, porque delante estaba el Casino dels senyors», apunta. No obstante, desde que instaló la escultura se ha ido consolidando popularmente como la Placeta des Be. La inauguración -recuerda- «concitó mucha expectación y tuvo la pomposidad de los actos institucionales, con los maceros luciendo sus mejores galas».

Al reducirse el espacio en el que iba a instalarse también se redujo el tamaño de la figura. Es Be, del que llegó a crear hasta tres versiones diferentes, mide un metro de alto y 72 centímetros de ancho y está hecha de bronce patinado en verde. Quetgas no cobró al Ayuntamiento, que solo tuvo que pagar la fundición.

Tres versiones diferentes. La original tuvo que rehacerse después de que se sustrajera la bandera del carnero. Quetglas también hizo una réplica con campanillas, inspirada en la Tintinábula de la Antigua Roma.

La estatua original tenía una bandera de Sant Joan más separada del carnero que la actual, que es sostenida por la pata derecha del animal, pero fue sustraída en un acto de vandalismo y Quetglas tuvo que realizar otra, ésta más pegada al cuerpo. No es el único percance que ha sufrido la escultura en estos 39 años. En otra ocasión, un enjambre de abejas instaló su panal justo encima de la figura.

Para idear Es Be, Quetglas se inspiró en el simbolismo que el pequeño Torico de Teruel tiene para la ciudad aragonesa. El Torico, una figura de apenas 40 por 25 centímetros, preside desde 1855 la plaza de Carlos Castel, aunque es conocida por los turolenses como la plaza del Torico.

Maties Quetglas, al que el Ayuntamiento compró también el Gran Cap de Freixe que preside la entrada principal del museo de Can Saura, ha realizado este año un retrato del caixer senyor del bienio por encargo directo del noble que preside las fiestas. La obra se desvelará poco antes de Sant Joan.

El Torico de Teruel, referente.

Hizo una réplica, ‘tintinábula’ para el barítono Joan Pons

La estatua tiene dos réplicas. Una se la quedó el propio autor y la otra la hizo por encargo del barítono Joan Pons, que la situó justo al lado de la puerta de entrada a su casa, en Son Oleo. Pero la escultura hecha para Joan Pons cambia la bandera de Sant Joan por un conjunto de campanas. Es la figura de la «Tintinábula», el carillón con campanillas que en Pompeya y la Antigua Roma se ponía en las casas para atraer la suerte y protegerse del mal de ojo. «Soy amigo de Joan desde joven, cuando coincidimos trabajando en Novus», relata. De hecho, no solo le compró la escultura sino que, también, se quedó el dibujo previo en papel del retrato que Quetglas le hizo para el cuadro de Hijo Ilustre que cuelga en el Ayuntamiento.

Escultura del 'Cavall de sa Rotonda' (Juan José Oliveira, 1995, Avenida Palma de Mallorca)

El 25 de mayo hará 30 años que se instaló la escultura de bronce del caballo en la rotonda de entrada a la ciudad. Un caballo salvaje que salta y con la crin al viento, de la tradición gallega de As Bestas, similar al monumento que preside la plaza España de Vigo, pero que poco tiene que ver con el caballo menorquín tan característico de las fiestas de Sant Joan. Un motivo de controversia que levantó polémica pero que no ha evitado que, con el tiempo, se haya convertido en uno de los símbolos de Ciutadella.

Las peñas y equipos deportivos, como el Avarca, acostumbran a celebrar sus éxitos en la Rotonda.

La rotonda, que hasta entonces se conocía popularmente como la 'de los pisos de la SEAT', se había construido un año antes, con motivo de las obras de reforma del tramo de la carretera general hacia Ferreries. El centro de la glorieta permanecía vacío. Así que la constructora que había hecho las obras, Antonio Seguí SA, encargó una propuesta a Joan Mercadal, quien esbozó la idea de la escultura de un caixer fadrí con su caballo y la bandera de las fiestas. No fue a más.

El 6 de diciembre de 1994 el alcalde popular Josep Carretero anunció que se colocaría la escultura de un caballo como homenaje y símbolo de la ciudad y de las fiestas. Pero, lejos de recurrir a un artista local y a la efigie de un caballo de raza menorquina, ya lo tenía todo decidido. Según contó Carretero, se le ocurrió la idea durante un viaje familiar a Vigo. «Vi una escultura con cuatro caballos y me gustó. Pensé que sería oportuna para Ciutadella, donde el caballo es un símbolo y Sant Joan lo es todo», afirmó.

La escultura, de ocho metros y 2.600 kilos, se instaló el 25 de mayo de 1995.

Un «capricho personal»

Carretero, que era el gerente de la fábrica de bisutería Dénix, convenció al jefe de zona de Sa Nostra, Pere Sans Capó, para que la caja de ahorros de Balears aportara 8,5 millones de pesetas y el Ayuntamiento puso los tres restantes. El precio final fue así de 11,4 millones de pesetas (68.514 euros). «Un capricho personal», lo criticó la Entesa. Una «cacicada», recuerda el exasesor cultural de Sa Nostra, Joan Elorduy, quien se opuso como diseñador gráfico a la obra. «Carretero quería dejar su monumento, como quien se compra un florero para su casa»,    dice. El exconcejal Jaume Marquès recuerda que hasta su compañero de gobierno Ramón Sampol tenía una réplica en miniatura en su despacho.

El auténtico, el que se había adquirido, llegó el 25 de mayo de 1995 por vía marítima. Era obra de Juan José Oliveira (1928-2002), el mismo escultor que había diseñado el monumento de referencia en Vigo y que había colocado también otro de sus caballos a la entrada del pueblo de Tui. La escultura, de ocho metros de altura y 2.600 kilos de peso, lleva la firma de su autor en las partes nobles del animal.

Boceto del caixer fadrí que Joan Mercadal propuso para la rotonda.
Los caballos de Vigo, referente.

Pacífic Camps elogia ‘Es Be’ y critica al ‘Cavall’: «Hace falta más arte en la calle»

El pintor Pacífic Camps echa en falta «más arte en la calle, ya que enriquece la vida de una ciudad y le da carácter».    Camps aboga por potenciar a los artistas locales y «pensar mejor» cualquier iniciativa antes de «actuar a impulsos y con precipitación», como en la escultura del caballo, que ve «sin personalidad y mejoraría rodeada de árboles». Por contra,    ensalza la «atrevida» apuesta feminista del «Secreto» de Artrutx y la «perfecta integración» de Es Be en Ses Voltes. «No se necesita un gran monumento para que sea simpático y con personalidad».

7 comentarios

user Ajoarriero | Hace 8 meses

PostalaioticEl día que no vengamos de la península os veremos haciendo trueques de patatas por gallinas, de desagradecidos está el mundo lleno

user Ajoarriero | Hace 8 meses

Civis IamonaSi,si , todos de primer nivel, lo estudian hasta en la British school

Lucho Petete y el Astronauta | Hace 8 meses

AjoarrieroLlevo más de 50 años en Menorca, también vine de fuera, y jamás se me ocurrió pensar que había venido a iluminar a nadie. Más bien al revés: he aprendido, me he integrado y me he sentido parte de esta tierra sin necesidad de despreciarla. Pero claro, hay quien aterriza y, en vez de adaptarse, se cree una mezcla de Colón y Salvador del mundo. Viene buscando estatua y, al no encontrar una con su cara, decide que aquí no hay historia ni cultura, solo estiércol y animales de granja. Qué pena no haber llegado antes, quizá nos habríamos ahorrado el Renacimiento menorquín gracias a su presencia. Eso sí, reconozcámoslo: Menorca no tiene un Cervantes… pero tampoco tiene a quien compare a un pueblo entero con “caca de vaca” y se quede tan ancho. Lo cortés no quita lo valiente, pero lo maleducado sí quita el respeto.

Civis Iamona Civis Iamona | Hace 8 meses

AjoarrieroPues yo estoy MUY contento de haber nacido en la isla que vió nacer al dr. Mateu Orfila, al filólogo Francesc de Borja Moll, al barítono Joan Pons, al deportista Sergio Llull o al historietista Marino Benejam, por poner algunos ejemplos.

user Redy | Hace 8 meses

Comparar la calidad de la escultura de Es Be con el caballo-canguro me hace daño

user Postalaiotic | Hace 8 meses

AjoarrieroSi no te Gusta Menorca, vete a tu pueblo !!

user Ajoarriero | Hace 8 meses

El problema es que no hay ningún menorquín que haya resaltado lo suficiente para hacerle una estatua , no hay un Manuel de Falla ni un Cervantes, ni un Picasso ni un Góngora, la próxima estatua será de un burro ó un gallo , menos mal que hemos venido de afuera a sacarlos del agujero, cuando llegó el primer peninsular aquí estaban todos de caca de vaca hasta las rodillas

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