La compraventa de viviendas subió en el primer trimestre del año un 13,4 por ciento respecto a ese mismo periodo de 2024, sobre todo debido al empuje de la obra nueva, cuyas ventas casi se han duplicado y pasan de 96 a 187.
La vivienda nueva supone casi un tercio de las operaciones de compraventa registradas en los tres primeros meses de 2025, un total de 507, según los últimos datos del Institut Balear d’Estadística (Ibestat). Hay que remontarse al año 2009 para encontrar una cifra similar, entonces se registraron 169 compraventas de vivienda nueva, pero se venía de cifras desbocadas, 617 operaciones en 2007 y 346 en 2008, cuando se produjo la gran recesión.
La paradoja actual es que, pese a ese aumento de la compraventa de viviendas nuevas, sigue faltando producto en las inmobiliarias de la Isla para un perfil concreto de cliente: el residente que opta a la primera compra y sobre todo, y a pesar de los avales públicos, los más jóvenes. «Puede que se esté haciendo obra nueva pero no es la primera vivienda que necesitamos», señala Isabel Petrus, delegada de la asociación de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) de Balears en la Isla.
El repunte de la construcción de plurifamiliares está dirigido a inversores foráneos, a segundas residencias, por los elevados precios de la oferta y la necesidad de tener una entrada que ronda los cien mil euros para pisos de 80 metros cuadrados. «La primera vivienda no tiene peso específico en el negocio», afirma Petrus, quien añade que la movilidad de antaño de la clase trabajadora y media, que aspiraba a pasar de un piso de alquiler a otro pequeño en propiedad y después, si sus necesidades cambiaban, a otra vivienda más grande, tenía su efecto positivo sobre el mercado del alquiler: liberaba esos pisos y había más oferta.
Ahora los agentes inmobiliarios opinan que a la parálisis burocrática, que dificulta la promoción de vivienda plurifamiliar, se suma otro inmovilismo, el de los inquilinos que temen dejar su casa por la subida generalizada de precios.
«Cuando se hacían promociones y la gente compraba sobre plano, el alquiler rotaba», explica Daniel Fernández, delegado del Colegio Oficial de API de Balears en Menorca, mientras que en la actualidad los arrendatarios, sin capacidad para comprar, no dejan los inmuebles alquilados, apuran los contratos, temen no poder encontrar otra casa y que se les dispare la renta.
Falta vivienda para la gente local. Esta es la opinión que comparten los agentes inmobiliarios consultados. El representante del Colegio de API asegura que «hay promotores y terreno, unidades de actuación en urbano, no hace falta ir al suelo rústico, pero lo que hace falta es la capacidad de la Administración para desarrollarlo», y apunta directamente a la lentitud de los ayuntamientos en conceder licencias. Una «parálisis burocrática» que «si no cambia, los promotores no se jugarán su dinero haciendo pisos, las condiciones son duras, necesitan tener el 30 o el 40 por ciento de las viviendas vendidas sobre plano para ir al banco a buscar financiación», apunta Isabel Petrus, quien echa de menos «un gran acuerdo político y social» para evitar el «empobrecimiento de la gente, la pobreza ya no se mide por la falta de empleo sino de vivienda».
En este contexto de crisis de oferta, los agentes tienen que lidiar, denuncian, con un intrusismo que proviene de personas que venden inmuebles sin ningún tipo de experiencia o formación, incluso perfiles en redes sociales.
Frente a ello, critican que el Gobierno central tumbó el registro obligatorio de agentes creado en Balears, «llevamos luchando desde hace años por este tema», afirma Daniel Fernández. La falta de esta regulación «nos deja en inferioridad ante los intrusos», afirma José Pons, CEO en Bonnin Sanso, «y luego vienen los sustos urbanísticos».
Os dire la mayor verdad que oireis entre un monton de paridas: TRAS CADA EXTRANJERO QUE COMPRA HAY UN MENORQUIN QUE VENDE. Ala ido. Aqui queda esto…