La historia de la Cadena Cope en Menorca está indiscutiblemente vinculada a la de un ferreriense enraizado en Ciutadella. Miquel Àngel Pons Moll personifica la fidelidad a la emisora episcopal en la que ha ejercido durante toda su vida profesional, 41 años para ser más exactos. Es «la voz» más reconocible de la Isla por su permanencia ininterrumpida en las ondas, aunque esa faceta de locutor sea solo una de las múltiples que ha desarrollado en la empresa en la que se formó como autodidacta y eficiente técnico y de la que ahora se desvincula en la edad de la jubilación.
¿Recuerda el primer día que entró en una emisora de radio?
—Debía tener 17 años. Dos amigos de Ferreries, Damià Febrer y Guiem Coll, hacían un programa de radioaficionados que se llamaba DX Menorca. Lo grabábamos en Ferreries, en casa de Damià, y yo cada sábado cogía el autobús y llevaba la cinta a Ciutadella para que la emitieran sobre las 10 de la mañana. Allí me encontraba con Juanita Roca, Mery... Pero antes, cuando tenía 13 o 14 años yo ya escuchaba emisoras de todo el mundo.
¿Lo suyo fue plenamente vocacional, entonces?
—Sí, llegué por vocación, ni por casualidad ni por estudios porque soy autodidacta. A veces me dicen que soy periodista pero no lo soy. Me considero un entretenedor, como dicen los americanos. Los medios han de formar, informar y entretener, pues yo dejo las dos primeras a otros y me he dedicado a entretener.
¿Cuándo y cómo empieza a trabajar en Radio Popular?
—Colaboré varios años los sábados, y entré a trabajar fijo en 1984, con 23 años. Me llamó el director, Josep Cabrineti, que me conocía porque había grabado cuñas de publicidad de la antigua discoteca Sa Perdiu, de Ferreries. Me dijo que tenía dos días para pensármelo y acepté.
¿Cómo era aquella emisora?
—Eran los tiempos del eslogan «A tope con la Cope». Estábamos en Els Socors, junto al Seminario. En el primer piso estaba el control con magnetófonos y tocadiscos, todo analógico, y el locutorio. La planta baja, lo que ahora es el auditorio, eran capillas y en cada una había un despacho para trabajadores y colaboradores. Había unos 5 o 6 fijos y muchos colaboradores que fueron parte fundamental de la emisora hasta principios de los 90 cuando se profesionalizó.
Había muchas horas de programación, nada que ver con la actualidad.
—Sí, claro. Eran 12 horas locales y necesitabas mucha gente para llenar tanto tiempo.
¿Cuáles fueron sus primeros cometidos?
— «Los Populares», una especie de radio-fórmula para dedicar discos que pedía la gente de toda Menorca llamando a la radio. Entonces éramos la única emisora de la Isla.
Llegan los finales de los 80 y la primera etapa dorada de Cope Menorca con más medios, más personal y retransmisiones deportivas...
—A principios de los 90 nos trasladamos a los estudios de L’Oar que entonces eran el no va más. Fue la época de seguir al Sporting en Segunda B, y narrar los partidos de los equipos de Tercera, con muchas polémicas y corresponsales en todos los pueblos de Menorca, con Nicolás Andreu, Pau Pons, Lorenzo Fábregas, Rafa Ayala... A mi no me ha gustado el fútbol nunca pero sí el mundo que lo rodea.
Como autodidacta ha hecho usted de todo en la radio.
—Sí, casi todo, menos informativos y ejercer de comercial. Lo he aprendido porque llegaba un aparato nuevo y había que saber cómo manejarlo, por ejemplo, pero como me apasiona, para mi ha sido muy fácil este trabajo .
¿Ha empeorado la radio en Menorca? Ahora casi no hay personal en las emisoras...
—Ha cambiado la programación porque antes teníamos más tiempo pero la radio no era tan sencilla porque los medios no eran estos. Hoy es más fácil porque todo está informatizado. Internet lo cambió todo. Antes una agencia de Maó nos tenía que enviar en el autobús la cuña de publicidad grabada, por ejemplo, para luego emitirla.
¿Las emisoras nacionales apartan cada vez más a las locales?
—En parte gracias a ellas hay programación local. No hay ninguna local privada que tenga muchas horas de programación. En Radio Es Castell son voluntarios de mucho mérito e IB3 hace más porque tiene muchísimos recursos económicos. Las nacionales permiten la interrupción cada hora para poner publicidad local y luego una hora o poco más de programación propia. Es lo que hay.
¿No podría haber más audiencia con más programación de la Isla?
—No lo sé, ni tampoco sé si sería viable económicamente, pero si no se hace...
¿Con qué faceta se ha sentido más cómodo en la radio?
—Las retransmisiones deportivas de los sábados y domingos me encantaban, y últimamente, presentar las tertulias, no por mi, sino porque los tertulianos son polémicos y divertidos.
¿Y por qué se dejaron de hacer con la aceptación que tenían en toda la Isla?
—Supongo que por razones económicas. Una radio con colaboradores voluntarios está muy bien pero llega un punto que si lo quieres profesionalizar tiene un coste importante.
Se ha adaptado usted a todos los cambios tecnológicos y ha sido un gran técnico de la casa, ¿no le tentaron para marcharse?
—Sí, la primera vez que me propusieron irme a Madrid, el director Cabrineti me dijo que no me fuera, que sería vestir un santo para desvestir otro. Luego durante 5 años iba casi cada semana a Palma y Eivissa por cuestiones técnicas e informáticas de las emisoras. Fue una gran experiencia y gran escuela para mi.
Se marcha usted y llega la inteligencia artificial. ¿Le sabe mal perderse este cambio?
—La gente no se imagina lo que se podrá hacer. Los locutores ya somos prescindibles para leer noticias; ya hay una emisora en Polonia que ha prescindido de periodistas. Me voy al final de una etapa y ahora comienza otra totalmente diferente. Llevo 40 años y medio en la Cope y cotizando desde los 18, ya me toca. Pero en casa tengo equipos y no me aburriré.
¿Quién ha sido el mejor director que ha tenido y por qué no ha llegado a serlo usted?
—No he querido serlo. Los mejores fueron el primero, Cabrineti, que era cura y nos casó a casi todos, era muy familiar, casi como nuestro padre, y el último, Xavier Bonet, que le dio el carácter profesional.
¿Qué futuro le ve a la radio insular?
—Bueno porque es un medio de mucha credibilidad y proximidad. Se demostró con el reciente apagón, aunque en Menorca no lo sufrimos. Podrá cambiar la forma como la escuchemos pero siempre habrá gente que cree contenidos.
¿Y usted qué hará ahora?
—Me encanta salir a caminar y me gustaría digitalizar el archivo de cintas de magnetófono de la radio y el archivo de fotos. No me voy a aburrir, seguro.
LógicaLa IA no es solo ChatGPT, Gemini, etc...El locutor se refiere a herramientas de clonacion y generacion de voces que sustituyen a locutores reales.