Tras su encuentro el sábado con los socios del Cercle d’Economia de Menorca, Jordi Juan, director de La Vanguardia», analiza diversos temas de actualidad y aboga por una manera de informar serena y rigurosa, desde la moderación y el compromiso con el lector. En tiempos de polarización, de noticias falsas y de democracias cada vez más frágiles, el periodismo honesto es más necesario que nunca.
Con tantos temas de actualidad para preguntarle, casi no sé por cuál empezar… ¿Qué es lo que más le preocupa a Jordi Juan en estos momentos?
—Es cierto que hay muchas cuestiones encima de la mesa, pero me preocupa la situación geopolítica mundial, que está en un momento muy delicado, en el que las decisiones que se toman a nivel planetario, nos afectan directamente como ciudadanos. No podemos obviar lo que pasa en el exterior y menos con Trump en la Casa Blanca.
¿El mundo se ha vuelto irrespirable?
—Soy de los que defiende el periodismo en positivo, pero resulta difícil practicarlo con todo lo que está pasando. Estamos viendo como cada elección va consolidando el voto a la extrema derecha, el paso hacia la autocracia frente a las democracias que aún sobreviven y que lo tienen muy complicado para gobernar porque son poderes débiles. El panorama es incierto, y aunque no tengamos la solución mágica, los medios si tenemos la misión de denunciarlo y explicarlo.
¿Cómo consigue La Vanguardia mantener una línea editorial moderada en un contexto tan polarizado?
—Creo que en nuestra redacción, los periodistas que hacemos el diario tenemos un cierto ADN de moderación. También nos ayuda mucho escribir desde Barcelona. Seguramente, si el diario se hiciera desde Madrid, podría estar más influido por la gran tensión política que se vive allí, pero en nuestro caso, podemos ofrecer una visión periférica más tranquila de lo que está ocurriendo.
¿Cree que el clima político en España está atrapado en una dinámica de bloques irreconciliables? ¿Hay margen para algún tipo de consenso?
—Con los líderes que hay actualmente, el consenso no será posible porque existe una enemistad manifiesta entre Sánchez y Feijóo. Solo podría darse con un cambio de uno de los dos líderes y en unas circunstancias de parálisis de gobierno, tras unas elecciones que impidieran cualquier alternativa que no fuera un gobierno de concentración. Lo que está claro es que tendría que ser con otros protagonistas.
Después de lo visto a izquierda y derecha, ¿tenemos que pensar que la corrupción es estructural o todavía queda esperanza?
—No me atrevería a decir que sea estructural porque no se puede generalizar y afirmar que todos los políticos sean corruptos. Es cierto que, cada cierto tiempo, aparecen episodios de este tipo que, aunque sean pocos, son de tal magnitud que acaban afectando a toda la clase política en general. En cualquier caso, parece mentira que con todos los mecanismos de control que el Estado ha creado en los últimos años —y que incluso dificultan la propia gobernanza de las instituciones por las barreras de control y fiscalización para salir adelante—, todavía puedan existir cargos tan importantes como un ministro de Fomento implicados en corrupción.
Hablemos ahora de la situación política en Cataluña, que parece haber entrado en una fase de pragmatismo. ¿Cree que estamos ante una tregua coyuntural o que podría reavivarse el conflicto?
—Es evidente que estamos en una nueva situación de normalidad, pero dependerá mucho en el futuro del poder ejecutivo que haya en España. Si tenemos en Madrid un gobierno que actúe con una actitud de confrontación hacia el sentimiento catalán, hacia lo que piensa Cataluña, podría volver a producirse una situación de crisis. Ahora bien, las lecciones que aprendió el pueblo catalán del procés y las heridas que dejó son tan profundas, que dudo que pueda volver a vivirse una situación como aquella.
¿Cómo ve la posición de Pedro Sánchez respecto a la OTAN?
—Creo que muchos gobiernos europeos piensan lo mismo que el presidente Sánchez, pero no podemos saber si su reacción hubiera sido la misma, sin estar motivada por los problemas internos relacionados con el caso Santos Cerdán, que le han afectado moral y políticamente. El debate sobre el aumento del gasto militar es una perfecta huida hacia delante pero es verdad que los países han llegado a un compromiso….
¿Pero cómo vamos a pagar este 5% que se nos pide?
—A nivel práctico es un acuerdo muy difícil de aplicar, que más bien se firmó para contentar al presidente Trump. Ni España, ni países como Italia o Francia, podrán cumplirlo, y por tanto, creo que no acabará afectando. Ha sido como dar una patada hacia adelante del problema y ya veremos. Otro tema que está encima de la mesa es poder esclarecer qué hubiera hecho el jefe de la oposición si hubiera estado allí, que tampoco se sabe, lo que acabará siendo otro tema de confrontación entre PP y PSOE.
¿La Unión Europea pinta algo en todo esto?
—Ya hemos visto que cada vez menos. Solo hay que ver la última reacción de Trump al no informar de su reciente ataque. Creo que hemos perdido con el cambio del Alto Representante para los asuntos exteriores y la política de seguridad. Mientras que Josep Borrell, como mínimo tenía una voz propia y hablaba claro, la estonia Kaja Kallas, es una persona que prácticamente no existe.
Vuelvo a casa para que me diga cuál es su opinión sobre la masificación turística ya que es un tema sobre el que su periódico habla a menudo.
—Para empezar, el turismo en nuestro país es una historia de éxito que hemos de mirar de no criminalizar ni cargarnos y por ello, desde nuestro diario, es un tema que miramos de tratar con mucho cuidado porque cada vez que se produce una reacción o una manifestación en contra, es aprovechado por medios de otros países para destacar que los turistas aquí no son bienvenidos. Ahora bien, esta historia de éxito puede desvanecerse si no actuamos a tiempo, si no se pone orden. Decisiones como las que se quieren aplicar con los pisos turísticos de Barcelona, van en esta dirección. También soy un firme defensor de la tasa turística y que aquellos recursos, vayan a parar a cosas tangibles. Es un tema que se debe explicar bien para saber exactamente dónde se revierte. y como beneficia al residente.
¿Qué papel le toca al periodismo en estos tiempos tan inciertos?
—El periodismo tiene que ser honesto dentro de este caos de información descontrolada. Debe procurar ser un espacio donde se genere información contrastada, rigurosa, y no solo explicar lo que pasa, sino dar pautas para que los lectores encuentren elementos de reflexión que les ayuden a pensar. Tienen que poder confiar en quien les informa. Ahí está la clave.
¿Cómo se puede recuperar el interés informativo entre los más jóvenes? ¿Hay esperanza de crear una nueva generación de lectores críticos?
—Sabemos que los jóvenes están muy presentes en las redes sociales, y lo que debemos hacer nosotros es ir a buscarlos allí donde se mueven para atraerlos, para generarles interés, y que cuando sean mayores, cuando quieran informarse a través de diarios, recuerden la marca que consultaron.
¿Cuál sería la dieta informativa que recomendaría a cualquier ciudadano para estar informado y entender el mundo?
—Más que un número concreto, yo le diría que consulte muchos medios, y sobre todo, que sea un lector activo, no pasivo. Que no se limite a seguir el ‘reel’ de las redes sociales, sino que busque información en las cabeceras que más confianza le generen.
No soy un líder y tampoco estoy deacuerdo.