Laurent Morel (hoteles Can Faustino y Cap Menorca), Emmanuel de Sola y Stéphanie Roulier (panadería y café Pigalle), y Arnaud Zannier (restaurante Nonna Bazaar) son algunos de los emprendedores franceses que se han instalado en Menorca en los últimos años y que explican su experiencia y proyectos en la Isla en el programa «50 minutes inside», de la cadena de televisión francesa TF1. En el programa los inversores galos citan las razones por las que decidieron establecerse en Menorca, qué les atrajo y cuáles son las dificultades que atraviesan para poner en marcha sus negocios –todos ellos hoteleros y de restauración–, a tiempo para una nueva temporada turística.
El espacio también cuenta con el testimonio de una trabajadora de temporada en un conocido restaurante de Cala Galdana y de una fotógrafa que busca material para actualizar una guía turística sobre la Isla.
Bajo el título «Minorque, la perle des Baléares», el programa intenta responder a las preguntas de «por qué invierten» aquí y «cómo se preparan para la apertura» del verano.
Algunos de los obstáculos que enfrentan son de sobra conocidos: la burocracia, las largas tramitaciones para llevar adelante sus proyectos, y los problemas para completar las obras ante la falta de profesionales en algunos oficios; para la empleada del restaurante, pese a ganar 3.000 euros mensuales durante los seis meses de trabajo, la subida de precios también es algo que tiene en cuenta: se desplaza hasta un supermercado en la ciudad para no afrontar el coste de la vida a precio de turista en Cala Galdana, donde se aloja.
Laurent Morel se presenta por 50’ Inside como el precursor de todos estos inversores en Menorca, donde según el programa ya habitan todo el año cerca de un millar de expatriados franceses. El empresario de Can Faustino descubrió la Isla en 2013, navegando con su velero, y quedó impresionado por una naturaleza «majestuosa» y por el «profundo respeto hacia el patrimonio humano y también el natural». Morel tiene en marcha seis establecimientos hoteleros en Ciutadella y otro exclusivo en Llucalari; además tiene en mente otro proyecto que es su «nueva obsesión», transformar una granja tradicional en un hotel dedicado al mundo ecuestre, en Algaiarens; está esperando los permisos para iniciar las obras. Sabe que las tramitaciones son largas, para la antigua batería militar tardó 10 años. «Esto no es Dubai, vinimos a Menorca porque te enamoras de un lugar, porque queremos acercarnos a la naturaleza y no porque queramos ganar mucho dinero», afirma.
Para los propietarios de la panadería y el café Pigalle instalarse en Menorca fue un cambio total de vida. De Sola trabajó para un sello musical antes de dejar París y reconvertirse en panadero y restaurador en Maó. Ambos negocios están en el corazón de la ciudad, en las obras del café afrontaron retrasos debido a la falta de mano de obra y a que muchos técnicos ya están ocupados en otros proyectos. En su panadería ofrecen pan y típica bollería y pastas dulces francesas, pero también otras adaptadas al «paladar español, más salado», explica De Sola, «tenemos productos menos convencionales para atraer al cliente español, como el croissant de jamón serrano y queso».
Por su parte, el empresario e inversor Arnaud Zannier, que tiene establecimientos en Camboya, Vietnam yNamibia, destaca durante el documental la importancia de acudir a los productores locales para ofrecer calidad en su restaurante, y en concreto se le ve acudiendo a un lloc y conversando con fabricantes de queso artesano. Zannier explica los preliminares y la preparación, hasta el último detalle, de la apertura con más de cien reservas de su restaurante Nonna Bazaar en Ciutadella, una antigua granja reconvertida en un local que promete comida mediterránea y experiencias.
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