La concesión de licencias para construir casetas de ocio en los patios interiores donde confluyen diversas calles de barrios históricos del centro de Maó ha movilizado a los vecinos afectados, que se quejan del «impacto» que causan estas edificaciones y piden al Ayuntamiento que no las permita. Denuncian que, con el cambio de propiedad de varias de estas casas a manos foráneas, se está alentando un efecto indeseado de la gentrificación, levantando en los patios y huertos construcciones que les quitan vistas y afean la estética de la trama urbana tradicional.
El Plan General permite estas edificaciones en el centro histórico, siempre que no ocupen más de una cuarta parte de la superficie del patio ni sobrepasen los 40 metros cuadrados, pero los vecinos lamentan que la administración no actúe.
Cristina, una vecina que ya ha contactado con el alcalde Héctor Pons, pide la paralización inmediata de las obras que el nuevo propietario de una casa en S’Arraval promueve bien enfrente de su patio, en el Carrer dels Frares. «Es una transformación silenciosa, pero brutal, que amenaza con arrasar un modo de vida que hemos heredado y protegido durante generaciones», afirma.
«La obra destruye el equilibrio de nuestro patio compartido, nos dejará sin luz natural, sin el aire que refresca nuestras casas en verano y sin el entorno que compartíamos con aves y plantas», lamenta Cristina, quien avisa: «No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras se pisa la memoria urbana, la arquitectura tradicional y el derecho a una convivencia respetuosa. Maó no puede convertirse en un parque temático de recién llegados sin sensibilidad ni respeto por el entorno».
«Nosotros mismos estuvimos tentados de construir una piscina y levantar un muro», dice Cristina, pero asegura que rehusó hacerlo por el bien vecinal. Por eso, reclama que se revise el impacto de la construcción y su adecuación a la normativa, y hace un llamamiento a la población para que «no calle ante estas agresiones silenciosas, que están destruyendo la Menorca que amamos». Como la suya, hay otras siete casas afectadas por la obra.
Otra vecina de la calle Sant Jaume, Andrea, dice «estar aún más perjudicada, pues la construcción que están edificando nos pilla lateral y frontalmente, creándonos un impacto muy desagradable».
Ernest, quien también reside en el Carrer dels Frares, lucha por evitar que otro vecino se construya una piscina y le levante un muro «que, como le pasó a Cristina, nos dejaría totalmente encajonados. Por suerte, la obra aún no se ha iniciado».
A Núria, vecina de la calle Infanta, también le han levantado otra caseta de ocio frente a su patio. Los residentes afectados temen que, si el Ayuntamiento no modifica el planeamiento, estas construcciones puedan proliferar en la ciudad.
Compatibles con una piscina
Los arquitectos ya discreparon de la interpretación municipal cuando, años atrás, el Consistorio empezó a computar las piscinas de los patios interiores como si se trataran de superficie construida. El expresidente de la demarcación menorquina del Colegio de Arquitectos (COAIB), Enric Taltavull, recuerda que, tras estas quejas, el Ayuntamiento tuvo que recular.
El planemiento actualmente en vigor computa ya las piscinas aparte y hasta permite que sean compatibles con este tipo de construcciones de ocio, si bien limita la superficie edificada a un máximo de 30 metros cuadrados. La disposición del Plan General exige que «el resto del suelo privado de la parcela que no esté ocupado por la caseta en cuestión se trate como un jardín con criterios de verde integral».
buhoMuchas veces he mirado al antiguo hosptal militar (delante de Eroski) y pensado que podría convertirse en pisos. Y porqué no lo es? Igual que la antigua fábrica de hormigon en Sant Lluís en frente del Hipódromo. Hay cantidad de edificios vacios, antiguos y recentes, que podrían convertirse en viviendas. Pero ya sabemos, el porqué no. Son propiedad de esta o aquella entidad. Que el gobierno las expropie y las convierta en vivendas por bien de la sociedad, y de la economía. A la larga, beneficia a todos.