La Asociación Oli de Menorca, con 25 socios productores y 159 hectáreas de cultivo de olivar en la Isla, acaba de nombrar como nuevo presidente a Manuel Martínez Corroza, propietario de la finca Torralba Petit, ubicada en L’Argentina, en Alaior, con mil olivos plantados que en un futuro próximo darán nombre al aceite Molí de Torralba. Martínez Corroza, licenciado en Ciencias Empresariales y graduado en Olivicultura, ha tomado el relevo a Josep María Quintana Petrus, que ha conducido la entidad desde su constitución.
¿En primer lugar, enhorabuena por el nombramiento, que le llega en un momento especialmente bueno, tras haber conseguido hace poco la IGP Oli de Menorca. ¿Cómo lo afronta?
—Pues la verdad es que con mucha ilusión por el hito conseguido, cuyo fruto ha sido la consecución de un gran trabajo realizado por Josep María Quintana y toda su junta. Haber podido conseguir la Indicación Geográfica Protegida Oli de Menorca es un gran paso adelante en calidad y garantía de procedencia que, además, la hace única a nivel europeo por el hecho de ser la primera obligatoriamente en ecológico. Estamos muy contentos.
¿Cómo contagiar este entusiasmo al potencial consumidor?
—Para el consumidor que busca un aceite premium de gran calidad, Oli de Menorca es una marca de garantía inequívoca de un producto muy diferencial a nivel gastronómico, nutritivo y saludable. Tienes que ser consciente que casi un tercio del aceite que encontramos en el escaparate, proviene de plantaciones intensivas, con cosechas y procesos que nada tienen que ver con lo que podemos acreditar aquí bajo el paraguas de una IGP como la de Menorca.
¿Y qué implicaciones tiene para el productor?
—Muchas. El pliego de condiciones marca claramente los requisitos con los que tendrá que trabajar y que pasan, entre otros condicionantes, por una densidad de plantación que prohíbe, precisamente, estos cultivos intensivos con una distancia mínima de plantación, de cultivo en ecológico sin pesticidas ni herbicidas, de recogida en verde para asegurar un alto nivel de polifenoles y una menor acidez, de moltura en 24 horas como máximo para que no se pierdan los aromas. Nuestra asociación está para velar por el cumplimiento de estas condiciones y para guiar al productor.
¿Y respecto a las variedades? ¿Hay restricción?
—No la hay, pueden decidir cuál les conviene más pero la mayoría opta por la arbequina, que es la más resiliente a nuestro clima aunque también está la picual, la koroneiki o la empeltre, por ejemplo.
¿Qué mueve a personas como usted y al resto de propietarios de explotaciones de aceite?
—En mi caso, la pasión por el aceite ya que mis orígenes familiares están ligados a su cultivo pero hay un poco de todo. Desde propietarios de agroturismos, que lo plantean como un complemento, a propietarios de explotaciones agrícolas que deciden salirse de otros cultivos o personas que se han enamorado de la Isla y deciden producir aceite sin más pretensión. Lo que sí que estoy convencido es que no hay un ánimo especulativo porque como inversión, no es un negocio que pueda aspirar a una gran rentabilidad. ¡Estamos recuperando una tradición que había existido en Menorca desde la época romana!
¿Qué hoja de ruta se ha propuesto para los próximos años?
—Pues velar por el cumplimiento de las condiciones de la IGP con el propósito de acabar creando un Consejo Regulador, fomentar la colaboración entre los productores y dar a conocer nuestro aceite a través de acciones de comunicación, de catas, de visitas para situarlo como un producto emblemático de Menorca al mismo nivel que el queso, la sobrasada o las ensaimadas, por ejemplo.
El año pasado fue considerado un «annus horribilis» para la producción de aceite en Menorca. ¿Qué ocurrió?
—El año pasado fue muy malo porque no hizo suficientemente frío durante el invierno. Los olivos no tuvieron las horas necesarias de reposo vegetativo para poder desarrollarse correctamente y tener una buena floración. Entre diciembre y marzo necesitamos que haya, como mínimo, 800 horas por debajo de los 8 grados y en 2024 no se produjo esta situación.
¿Qué previsiones hay para este año?
—Mucho mejores porque el invierno y la primavera pasadas han sido más regulares. En nuestra explotación, por ejemplo, lo hemos podido comprobar con las sondas térmicas y de humedad con las que hemos estado monitoreando los olivos. Las expectativas son buenas, pero no podemos cantar victoria porque faltan todavía unas cuantas semanas y cualquier granizada, por ejemplo, puede malmeter la cosecha.
Menorca tiene actualmente cinco almazaras en funcionamiento. ¿No cree que empiezan a ser demasiadas para el volumen de producción existente?
—¡El año que viene serán seis porque nosotros también vamos a tener una propia! La temporada de recogida del olivo es muy corta y como te explicaba, las condiciones de producción de la IGP demandan moler en 24 horas desde su recolección para conservar mejor los aromas y la calidad. Es fundamental poder tener una red extensa de pequeñas almazaras para que ningún productor se quede sin poder hacerlo. ¡Además, entrarán nuevos olivos en producción!
¿Tienen ya calculado el impacto económico que puede estar generando el sector del aceite en Menorca?
—Todavía somos un sector emergente en la Isla pero es una asignatura pendiente. De todos modos, deberíamos hablar de un triple impacto ya que además de la generación de riqueza o de empleo, está también el impacto paisajístico que producen los olivos en el campo menorquín a nivel de mosaico y el impacto medioambiental que hay también detrás de todas estas plantaciones en cuanto a biodiversidad.
¿Creen que detrás de estas iniciativas pueden emerger propuestas atractivas de oleoturismo en la Isla?
—Desde luego que sí y de hecho, en nuestra asociación ya hay algunos productores que lo está propiciando con visitas y catas a su almazara. El oleoturismo es una manera muy interesante de dar difusión a la cultura del aceite para comprender y apreciar mejor todo lo que conlleva la elaboración de un producto de gran calidad como el que aquí tenemos. También para educar al consumidor en saber elegir su aceite de oliva porque no es lo mismo el virgen que el virgen extra, por ejemplo.
La sequia no lo permitirá.