Emmanuel Javal es empresario del sector de las nuevas tecnologías y en 2015, invitado por amigos, descubrió Menorca. Desde entonces, ha sido para él un lugar «donde reconectar con el pasado, pero también reflexionar sobre el futuro». Así lo constató en su parlamento, un alegato a «unir fuerzas», sin olvidar cómo se «han enriquecido» los menorquines.
Es por ello que iniciaba su intervención haciendo referencia a la «presencia en Menorca de gente de fuera» especialmente los franceses, que «han creado polémica entre la opinión pública». Huyó de generalizaciones y quiso hablar de la «íntima relación» de su familia con la isla.
Su primer contacto fue «visual», definiendo a la isla como una Cenicienta. Dos años más tarde compró una finca, Río de la Plata. Lejos, pero, de la reveladora admiración, Javal fue consciente desde un primer momento del valor patrimonial y natural de la isla. Así lo demostró en las palabras de recuerdo a la familia de Josep Mascaró Passarius, a quien abrió las puertas de su finca- que había sido de la madre del arqueólogo- para celebrar el aniversario del centenario de su nacimiento y también de Toni Pons, «quien le enseñó a cultivar la tierra de Menorca» y con quien compartió «sus viajes por el mundo».
De igual manera, consciente del valor natural de la isla, organizó un evento dedicado al biochar y desde hace algún tiempo produce miel, uniendo fuerzas con un menorquín. Con todo, afirmó que Menorca podría servir de ejemplo para el resto del mundo: «Tiene la clave de nuestra razón de ser: preservar, adaptar y transmitir».
Finalmente, Javal concluyó su intervención señalando aquello que les maravilla a los franceses de Menorca: «Lo bello, lo bueno y lo excepcional.»