La recuperación de los dos establecimientos del Fonduco que marcaron una época, en los inicios del desarrollo turístico de los años 60 y 70 del pasado siglo, el Rocamar –también existe un proyecto pendiente de presentarse al Ayuntamiento–, y el Miramar, que inicia su tramitación, es indicativo de que algo se mueve al fin en una de las zonas más degradadas actualmente en el puerto de Maó, pese a su enorme potencial.
Desde el año 2000 ambos edificios han permanecido cerrados, en deterioro y en los últimos años, tapiados para evitar okupas, ofreciendo una imagen de decadencia que afectaba a todo el entorno. La Autoridad Portuaria de Balears (APB) cuenta con un proyecto de remodelación de toda la zona, y parte del mismo han sido las obras ya concluidas, al final del Fonduco, en las que se ha invertido cerca de medio millón de euros para consolidar el muelle. También ha incluido la reurbanización del vial y la dotación de nuevo mobiliario urbano.
Junto al Fonduco, el otro gran proyecto pendiente desde hace años es la transformación de Cala Figuera en una marina destinada a los buques de grandes esloras. Dentro del plan Horizonte 2030 de APB esta inversión, inicialmente de 15 millones de euros, tiene fecha de inicio prevista para dentro de cuatro años, en 2029. Se prevé la consolidación del muelle este para una futura concesión administrativa para la gestión de amarres de pequeñas esloras, y todo el muelle oeste se reservará para los grandes yates.
¡Hacen falta amarres!... Porque cada vez hay más cascarones.