Era el 5 de enero de 2024, Laia Gaona empezaba un día más, se levantó de la cama pero se desplomó, sin poder evitarlo, al suelo, perdió el movimiento, no se podía incorporar, a lo largo de seis angustiosas horas, desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde cuando su hermana la encontró, permanecía consciente pero inerte, escuchaba los mensajes que entraban en su teléfono móvil preguntando por ella, pero no podía alcanzarlo ni responder.
Laia acababa de sufrir dos ictus repentinos con 43 años de edad. Estuvo seis horas sin atención médica, el accidente cerebrovascular le paralizó el lado derecho del cuerpo, todavía hoy sigue reaprendiendo a leer, escribir y realizar cálculos aritméticos (tiene un 70 por ciento de discapacidad reconocido), a la vez que lucha por recuperar toda la movilidad de su cuerpo. Pasó cuatro meses sin poder hablar y cinco sin caminar, lo que da una idea del gran esfuerzo que ha supuesto para ella llegar a día de hoy y exponer en esta entrevista su caso, para visibilizar la enfermedad.
Pese a todo lo sucedido, y con el apoyo de su pareja Alberto Martínez, de su hermana gemela, Raquel, y de amistades cercanas, no ha perdido la sonrisa. Acababan prácticamente de comenzar su relación cuando la vida les puso esta dura prueba por delante, pero Alberto afirma: «Despertando de la operación de vida o muerte, le vi la mirada, tuve claro que seguía siendo ella y que quería recorrer este camino juntos».
Durante la entrevista Laia hace gala de su perseverancia y fortaleza, manifiesta su objetivo, primero de recuperarse, y luego de crear una asociación, ahora inexistente, para afectados del ictus y sus familiares, «para ayudar y para decir que se puede salir, porque mi pronóstico era muy malo», explica.
También para evitar que otros sientan la soledad que ellos mismos sintieron, «a los tres meses del ictus tomé conciencia de la gravedad y vi que estábamos perdidos, quiero abrir ese camino para otros», asevera.
Ante la necesidad de pagar gastos sanitarios sobrevenidos, ambos pidieron ayuda, organizaron un crowdfunding en la plataforma GoFundMe, para poder costear una rehabilitación larga y especializada, más allá de la sanidad pública, de la que no tienen queja, «la atención fue excelente pero había que seguir», comenta Alberto, y lograron en poco tiempo, gracias a la solidaridad de familiares, amigos pero también de numerosos desconocidos que hicieron aportaciones anónimas, los 20.000 euros que eran su objetivo para cubrir gastos de especialistas que, lamentan, no hay en Menorca.
Tras los ictus y el traslado urgente en avión ambulancia al Hospital Universitario Son Espases –su juventud fue un factor decisivo para que los médicos tomaran esa decisión–, permaneció allí ingresada un mes, pasó otros cinco meses en el Hospital Sant Joan de Déu en Inca, y ya en Menorca, durante un año entero acudía casi cuatro veces por semana al Hospital Mateu Orfila.
Lamentan la falta de especialistas neuronales en la Isla, tanto en la sanidad pública como en la privada, «desde febrero no tengo terapeuta ocupacional», un profesional que necesita para recuperar movilidad, explica Laia, y el mismo déficit se da con los logopedas, aunque añade que «yo tuve la suerte de ir media hora a la semana, pero hay mucha gente que solo hace una visita de media hora al mes», la demanda crece a medida que va en aumento este tipo de accidentes cerebrovasculares en jóvenes.
Ahora mismo Laia acude a rehabilitación en la Fundació de Persones amb Discapacitat, para realizar 45 minutos a la semana de fisioterapeuta y otros 45 minutos de logopeda. Para una plena recuperación necesita otras terapias intensivas que no cubre la sanidad pública ni están en Menorca, por eso recurrieron a las donaciones, porque cada paso o palabra de Laia, son una victoria.
KEMante eso podria ser mas sencillo y efectivo crear una red social fisica autoorganizada de ayuda mutua desde abajo