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Una mujer enferma de cáncer se queda sin casa y solo halla un garaje para vivir en Ciutadella

Este viernes debe abandonar el apartamento en el que reside desde hace 5 años con su marido y no dispone de recursos para afrontar un nuevo alquiler

Nora, ante el garaje donde vivirá, aunque antes debe pasar por una nueva operación | Foto: Katerina Pu

| Ciutadella |

No parece un buen presente el que define la existencia vital de Nora Belazghem, mujer nacida en Marruecos hace 49 años, con residencia en Menorca desde 2002, y enferma a causa de un cáncer rectal desde que se le diagnosticara en el año 2020. Llegó a la Isla de forma legal y con un contrato laboral para trabajar como camarera de piso, y a partir de este viernes se va a ver obligada a residir, junto a su marido, en un garaje de una urbanización de Ciutadella, la misma urbanización en la que ha vivido durante los últimos cinco años en un apartamento.

Es el momento más delicado de cuantos recuerda en su vida. «En los primeros años en la Isla, me iba tres meses a Marruecos y luego regresaba para empezar a trabajar de nuevo». En esa época cambiaba de casa con frecuencia junto a su esposo y su hija, de 20 años, quien actualmente ya no vive con ellos.

El pasado mes de febrero, el propietario del apartamento le indicó que el 31 de octubre expiraba el contrato redactado hace cinco años y que no se lo iba a renovar. «Es cierto que me avisó con tiempo suficiente, pero estas últimas semanas le he pedido una prórroga porque no encuentro nada que podamos pagar y que sea digno para vivir», relata a este diario, como hiciera el pasado sábado en Es Mercadal, en la jornada de Caritas sobre cooperación internacional y ayuda a migrantes en la que contó su experiencia.

Los cuidados periódicos y el hecho de que esté obligada a portar un dispositivo de ostomía que le acompaña permanentemente hacen imposible que pueda compartir vivienda con otras personas por la higiene extrema que precisa. No puede alojarse en una casa de acogida institucional por el mismo motivo, ni tampoco realquilar una habitación en un piso con otros inquilinos.

No es, por tanto, el garaje al que ya está trasladando sus pertenencias, el mejor lugar para vivir debido a la falta de ventilación que tiene, al frío invernal que se avecina y a las limitaciones de un baño de muy reducidas dimensiones en el que debe asearse continuamente. «Es la única alternativa provisional que he podido encontrar, pero no sé durante cuánto tiempo porque me lo alquilan como un favor debido a la situación desesperante por la que estoy pasando y evitar que nos quedemos en la calle», explica.

Su marido trabaja solo de forma eventual porque ella entra y sale del hospital con cierta periodicidad y debe dedicarse a cuidarla debido a los rebrotes de su enfermedad que le sobrevino en plena pandemia, recuerda. Este mismo viernes ingresa de nuevo en el centro hospitalario para someterse a otra intervención quirúrgica. Ella percibe una ayuda estatal que no alcanza los 1.000 euros mensuales, ya que tiene declarada una minusvalía del 44 por ciento, mientras que su esposo no tiene un trabajo fijo.

«He buscado por todo, pero en esta situación no podemos asumir el precio actual de un alquiler que no baja de los 1.000 o 1.200 euros y seguir viviendo», relata. Ha acudido a los servicios sociales del Ayuntamiento, a Caritas, al Consell y a la delegación en Ciutadella de la Asociación Española contra el Cáncer, «y me atienden bien, me escuchan y me dicen que si encuentro una vivienda ellos me ayudarán los dos primeros meses pero que no disponen de ninguna casa o residencia para facilitarme en mi situación, ¿pero luego qué hago, cómo pago el alquiler al precio que está?», se pregunta la mujer.

Asegura que su único propósito es dar con un piso o una casa digna, «que podamos pagar, no queremos vivir gratis ni de las ayudas, sino hacerlo pagando y no tener problemas con nadie».

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