Manolillo, de 66 años de edad e intervenido no hace mucho de un cáncer de próstata, es uno de esos individuos a clasificar en el denominado segmento de exclusión social. Vive en una ‘casita de obras’, que se enclava en un descampado contiguo a la Avinguda de la Florida, en Maó, donde en su momento falleció un compañero suyo, también indigente.
«Llevo seis años viviendo aquí», nos explica. «¿Antes? Vivía donde podía... en la casa de acogida, y si podía pagar un alquiler, lo pagaba», detalla este hombre que tiene una prestación mensual de la administración inferior a los 500 euros, lo que hace inviable que pueda ni tan solo contemplar el cambiar de lugar para vivir.
«He trabajado, pero ahora tengo seis hernias discales y además está lo del cáncer, aunque siempre busco algo», sigue Manolillo, cuya rutina y necesidades apaña gracias a las ayudas de Cáritas y de la Cruz Roja, que en el caso le provee de un bono de 80 euros para que pueda acudir al supermercado a comprar víveres con cierta regularidad.
«Para limpiar la ropa voy a la lavandería, ¿ducharme? A la antigua usanza, caliento agua y con un vaso, me voy echando». Lo curioso es que su narración ocurre en un tono amable, sin rencor alguno. Manolillo no responsabiliza a nadie por lo que le sucede. Confía, tal vez ciegamente, en algún día poder acceder a una vivienda.
Y mientras combate las gélidas temperaturas de estos días a base «de mantas», nos confiesa que en Maó existen «más casos» como el suyo. «Algunos suelen estar en la estación de autobús, otro que se llama como yo, Manuel, vivía donde está el SOIB», indica. Y de entre tanto drama y miseria, nos cita emocionado a «Paqui, una coordinadora», interpretamos que de alguna asistencia social. «Me ayuda en todo», recalca una persona que una vez por semana recibe una visita de un vehículo de la Cruz Roja, en lo que vendría a ser el control oficial que se tiene sobre él de parte de las instituciones.
«No genera problemas»
Se trata de una persona «amable», «pacífica», que «nunca ha generado un problema» y «muy apreciada» en su barrio, nos comenta un vecino de la zona de Fort de l’Eau que coincide prácticamente a diario con Manolillo, y que junto a otros residentes del lugar han reclamado al Ayuntamiento, en varias ocasiones además, la última este verano, «una solución, un hogar» para Manolillo. Este mismo vecino hace alusión al «supuesto» control de la Administración. «Vienen dos chicas de la Cruz Roja, hablan con él sin bajarse de la furgoneta, una vez a la semana... esto no es un control real sobre su salud, este hombre fue intervenido de cáncer».
«Vive en un sitio no apto, sin luz ni calefacción, nada, y en que murió una persona», al margen de que esta ‘casita’ de metal, sin puerta, radica en un solar de 5.000 metros cuadrados, convertido en basurero «y lleno de ratas».
Este vecino, que no niega sentir aprecio por Manolillo, tiene conocimiento de que en su momento «tuvo un techo» y que si tal vez no pudo «encajar» en la Casa de Acogida a causa de una serie de problemas, «todo el mundo merece una segunda oportunidad». «Es una persona alegre y nada conflictiva, a pesar de su drama personal», concluye el vecino de Manuel, ‘Manolillo’, uno de los casos varios de indigencia localizados en Maó. Impensable hace un par de lustros.
TobalTobal, aquest homo es menorquí de naixement.