Desesperación, agotamiento, tensión y crisis. Por esos estados transcurrieron las 156 personas que el martes por la tarde debían volar desde Madrid a Menorca con el vuelo 3835 de la compañía Vueling. Tanto es así que una pareja de la Guardia Civil tuvo que atemperar los ánimos de los pasajeros cuando recibieron la noticia de la cancelación después de más de cinco horas de espera, sobre las 22.30 de la noche.
«Estábamos ya en la cola para el embarque, tras sucesivos anuncios de retraso, y en ese momento aparecen los pilotos que acceden al avión, diciéndonos que este vuelo va a Eivissa y no a Menorca, pese a que en la pantalla ponía 'Menorca', explican Guiem López Casasnovas y Miquel Román, dos menorquines del vuelo reseñado.
«Fue un escándalo, una vergüenza porque pedimos que apareciera un responsable y no vino nadie, no tienen ningún perdón por tratarnos así», explica Antonio Baselga, un madrileño que viajaba con su familia, permaneció 10 horas en el aeropuerto, y no ha podido llegar a la Isla hasta hoy viernes porque para hacerlo ayer le daban vuelos distintos. «Nos dejaron tirados a todos», explica aún indignado.
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