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El crimen del jacuzzi

Los testigos ponen cerco al acusado del crimen del jacuzzi

La amiga de la víctima advirtió a su hermana del carácter violento y las intenciones del presunto asesino

Segunda jornada. A lo largo de toda la mañana declararon los policías locales y nacionales que siguieron la investigación, el médico del 061, amigos de la pareja, dos vecinas,  la responsable de la casa de acogida en la que estuvo Elisabeth tras una paliza de su marido, su madre y hermana

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«No vengas para Menorca, pasó una tragedia, Eli ha fallecido y creo que no fue un accidente. Él drogó a Eli y siento que la ahogó en el jacuzzi». Son parte de los mensajes que aquella mañana del 18 de junio de 2018 escribió la amiga de Elisabeth Pimentel a F.P.M., la hermana de esta y que ella leyó cuando aterrizó en Barajas, precisamente ese mismo día, para enlazar hacia Menorca, donde venía a pasar una temporada con ellos desde Venezuela.

En la segunda jornada del juicio por asesinato en el que se acusa al marido, Eduardo Enrique E.R., este martes la hermana menor de la víctima refirió el control que él tenía sobre ella, dijo que la obligaba a drogarse. Explicó que fue la amiga de su hermana la que la informó de la muerte, por mensajes a los que ha tenido acceso este diario. La amiga, testigo directo que no declarará en el juicio, le escribió aquella mañana «no vengas, a tu hermana la asesinó Eduardo, tienes que regresar a Venezuela. Te recomiendo que no vengas, aquí corres riesgos, te estoy poniendo sobre aviso. Por eso mismo no vino mi prima, porque aquí Eduardo me drogó y quiere hacer lo mismo con mi prima y contigo. No vengas, llama a la Policía de Menorca», le indicó por escrito.

La joven lo que hizo fue recurrir a la Policía del Aeropuerto de Madrid, y enseñarle estos mensajes. Cuando ya estaba junto a un inspector, que este martes declaró en el juicio, sonó el teléfono. Era Eduardo, pero F.P.M. no se atrevió a cogerlo. Lo hizo el policía haciéndose pasar por un amigo que había ido a recogerla. Cuando el agente le pidió que se pusiera su hermana -Elisabeth-, muy tranquilo, el acusado le respondió que no se encontraba bien y no podía ponerse, ocultándole que había fallecido. El inspector llamó a sus compañeros de Menorca para ofrecerse a tomar declaración a la hermana «pero me dijeron que no hacía falta, que para ellos estaba claro», dijo el agente.

La del inspector de Madrid y la hermana de la víctima fueron dos de las testificales del juicio por el crimen del jacuzzi que este martes vivió su segunda jornada en la Audiencia de Palma. Eduardo Enrique E.R. escuchó impasible el testimonio de policías, conocidos, familiares de su mujer, vecinas y la responsable de la casa de acogida donde Elisabeth tuvo que pasar dos meses tras denunciarle por haberle dado una paliza en 2013. Prácticamente todas las declaraciones entran en contradicción con el relato y la imagen que trató de ofrecer el acusado de asesinato en la primera jornada.

Los policías locales declararon que el hombre estaba sobrio cuando llegaron, que se mostró apático, poco colaborador y que solo reclamaba que le devolvieran un móvil de su esposa que un agente cogió cuando lo vio en una estantería. El vaciado de ese teléfono con una grabación de 8 horas fue la razón por la que la Policía Nacional dejara de considerar la muerte como accidental y acabara acusando al marido de haberla asesinado.

La amiga de la pareja esperaba a los policías en la puerta. Encontraron al fondo de la nave al hombre con la mujer medio doblada, una pierna en al jacuzzi y el resto del cuerpo fuera, seco, salvo la cabeza mojada mientras él parecía que intentaba hacerle un masaje para reanimarla. El jacuzzi estaba parcialmente tapado por una lona y con no más de 40 centímetros de agua, en contra de lo que dijo el acusado. No había vasos ni bebidas ni toallas en la habitación, pese a que él había declarado que ambos estaban muy borrachos y colocados porque se lo habían bebido todo. Aseguró que ambos habían acabado en el jacuzzi, y cuando despertó encontró a su mujer ya desvanecida y no pudo hacer más para sacarla porque no tenía fuerzas por los efectos de las drogas.

Los agentes empezaron a retirar las barcas de la parte de la delantera de la nave para que los técnicos sanitarios pudieran actuar, pero el marido no colaboraba. «Incluso me puse nervioso y le dije que nos ayudara. ¿Por qué?, me preguntó, y le respondí:    porque tu mujer se está muriendo», relató un agente local. La amiga aguardaba en la puerta, «estaba aterrorizada, nos pedía que no la dejáramos sola con él y al hombre le pedía que ni se acercara, han pasado cosas muy serias, decía ella, y estaba temblorosa». En ningún momento el acusado preguntó por el estado de su mujer cuando los compañeros estaban tratando de reanimarla, dijeron los agentes.

La declaración de una de las policías nacionales que escuchó la grabación del móvil registrada el mismo día de la muerte aportó más contenido al juicio. «Se oyen muchos vómitos, arcadas, e incluso se la oye decir a ella ‘me muero' y a él ‘déjala que se muera'. La Policía estima que si la mujer estaba en ese estado difícilmente se habría metido en un jacuzzi por su propia voluntad. La agente nacional declaró  que tanto el acusado como la amiga que estaba con ellos «nos ocultaron que Elisabeth estuviera mal, como se escucha en la grabación».

En otro documento aparecido en el teléfono de Elisabeth, ella conversa con su abogado en febrero y le dice que su marido quería un poder para el control de la empresa en caso de enfermedad, accidente o muerte. La empresa, con  muchas deudas, que él cifró en 110.000 euros, estaba a nombre de la víctima.

El apunte

La testigo principal, que no declarará, estaba atemorizada y ahora en paradero desconocido

La testigo principal, una venezolana amiga de la víctima, que estaba con ellos en la nave, abandonó Menorca dos días después de los hechos y no declarará en el juicio. Se negó a harcelo de nuevo cuando la Policía avanzó en la investigación y la localizó en Venezuela. La primera vez dijo que le tenía un miedo atroz al marido de su amiga, que la había intentado drogar días atrás.

Como entonces la investigación se trataba como una muerte accidental, la Policía permitió que se marchara dos días después de lo sucedido a su país. Los agentes no grabaron su única declaración.

La Fiscalía abrió un procedimiento para tratar de forzar una segunda declaración de la mujer pero la Audiencia Nacional lo denegó y no se la podía extraditar en calidad de testigo, explicó este martes la magistrada presidenta de la sala. Está en paradero desconocido. La hermana de la víctima dijo que fue ella quien la informó de la muerte.

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