El hombre que apareció el martes por la tarde caminando en medio de la calzada por la carretera general, a escasos kilómetros de Maó, volvió a reincidir horas más tarde después que la Policía Local de Maó lo trasladase hasta el hospital Mateu Orfila.
Se trata de un turista británico alojado en un hotel de Ciutadella, que caminaba en estado ebrio y ponía en peligro tanto su seguridad como la de los conductores. Iba descalzo con el calzado en sus manos para responder a las bocinas de los vehículos hasta que la Policía Local le trasladó a urgencias del Mateu Orfila.
El hombre se negó a ser atendido y se marchó. La Policía Local fue requerida de nuevo porque el turista volvía a caminar en medio de la calzada, al anochecer en la calle Curniola del polígono industrial. Se hizo cargo en este caso la Policía Nacional y tras ser atendido por los sanitarios de una ambulancia sin que le apreciaran ninguna anomalía, la Policía intentó que pasara la noche en un centro de acogida pero al no haber disponibilidad quedó deambulando por el municipio.
Les está muy bien empleado a esos policías tan listos y eficientes, que en lugar de conducirle directamente al calabozo a la primera ocasión hasta que se le pase la estupidez, se les ocurre la brillante idea de llevarlo primero de visita al hospital a incordiar al saturado personal sanitario, donde encima este tipejo indeseable se niega a ser atendido. ¿Pero por qué al hospital, si no presentaba ninguna herida o lesión? Cuando se detiene a alguien, que yo sepa, no se le lleva primero al hospital salvo que esté herido, lesionado o fuera de sí por alguna condición psíquica. Acto seguido lo dejan en libertad y el imbécil vuelve a las andadas a los cinco minutos. Es que somos el país de tócame Roque. Nos merecemos todo lo que nos pasa y más.