Se trata de una competencia desleal con los chiringuitos y la oferta complementaria próxima que se manifiesta año tras año en las playas de Menorca, como en la mayoría de las que se distribuyen a lo largo de la costa española. Es una labor pesada por el esfuerzo físico que requiere, pero relativamente sencilla para quienes ejercen esta práctica ilegal sobre la arena, que además, puede reportarles notables beneficios al eludir el pago de la fiscalidad y las licencias de actividades. Los vendedores adquieren el género a bajo precio y lo multiplican cuando lo venden en la playa.
Sin embargo, en la Isla la persecución de esta extendida actividad fuera de la ley para comerciar, principalmente, refrescos, combinados y frutas, se ve comprometida por la falta de efectivos suficientes en las prefecturas de las policías locales para poder perseguir esta venta ambulante.
En lo que llevamos de temporada estival apenas se han tramitado 18 sanciones, la mayoría de ellas localizadas en algunas de las diez playas de Ciutadella, y en las dos de Alaior, que cuentan con servicio de socorrismo y vigilancia. Entre ellas, han sido cuatro en Son Bou, dos en Cala en Porter, dos en Macarelleta, Son Saura y Cala en Bosc, y una en Es Talaier y Cala en Turqueta. Las de Es Mercadal se han tramitado en Cavalleria, una de ellas y dos en Arenal d’en Castell.
Localizar, identificar y sancionar a los vendedores ambulantes no es una tarea fácil. En muchas ocasiones se informan entre ellos para eludir la presencia de los agentes que ese día en concreto han tenido la disponibilidad para atender la llamada de algún particular o negocio playero avisando que había vendedores ambulantes, con sus carretillas y neveras portátiles en las que trasladan el género y vociferan para llamar la atención de los bañistas.
Destinar agentes a este cometido implica un tiempo de desplazamiento del que no disponen las comisarías locales, ya que deben responder a otros servicios que tienen más urgencia en función del número de agentes con el que cuentan. En otras ocasiones, cuando llegan a las playas, los vendedores ya la han abandonado.
Las policías de Es Mercadal, Ferreries y Sant Lluís han admitido a este diario que tienen conocimiento de que esta práctica ilegal se produce en algunas de sus playas con una cierta periodicidad, pero no hay policías suficientes como para poder encargarse de perseguirla.
En Sant Lluís, por ejemplo, se han visto vendedores, tanto en Binibèquer como en Punta Prima, pero la única sanción impuesta hasta la fecha ha sido a un camión con venta ambulante de jarrones que se sitúa junto al aparcamiento de Binibèquer, en la vía pública.
La localización de los responsables de venta ambulante supone la incautación del género, que en muchos casos se destina a organizaciones y fines sociales.
El "Hasta akí" es de los cortísimos que, al no tener opinión propia, se tiene que dedicar al copia y pega.