Dejó de ingresar la renta de su piso alquilado al cabo de pocos meses de haber firmado el contrato y ahora este propietario de Es Castell, al recuperar su casa tras un periplo judicial y 16.400 euros de impagos acumulados durante dos años y tres meses, se lo ha encontrado destrozado y lleno de basura.
La inquilina tenía reconocida la situación de vulnerabilidad por los Servicios Sociales del Ayuntamiento, a través de estos pudo afrontar parte de la deuda del alquiler tras una primera denuncia, con una ayuda pública de unos 5.000 euros, según afirmó José Muñoz Barceló, cuya madre es titular del inmueble, pero después reincidió en los impagos. Así hasta el pasado viernes cuando por fin se ejecutó la sentencia de desahucio y pudieron recuperar su casa: el escenario que se encontraron les llevó a hacer pública su situación.
Así hasta el pasado viernes cuando por fin se ejecutó la sentencia de desahucio y pudieron recuperar su casa: el escenario que se encontraron les llevó a hacer pública su situación.
Miedo de volverlo a alquilar
«Está destrozada, después de años sin mantenimiento y de acumulación de trastos y de basura, lo que hay aquí es una situación de síndrome de Diógenes, lo justo es que el Ayuntamiento, que ayudó a esta persona, ahora me ayude a mí al menos con un camión para recogerlo todo», afirma José, quien esta misma mañana ha presentado una instancia en el Consistorio para reclamar este apoyo municipal en la retirada de enseres y bolsas de residuos.
Después de experimentar en primera persona la inquiokupación, es muy improbable que este piso vuelva a salir al mercado del alquiler. «Primero hay que arreglarlo y luego no sabemos qué vamos a hacer, tenemos miedo de alquilar», afirma el propietario, quien entre impagos y daños calcula que ha perdido unos 20.000 euros.
Su queja se dirige también hacia las administraciones, «no entiendo que se proteja con ayudas públicas a personas que se aprovechan de ellas y no buscan trabajo sin que exista ningún control» por parte de las autoridades sobre el uso tanto de esos recursos como del certificado de vulnerabilidad social.
El perro, encerrado en la terraza
La inquilina de este piso ya fue objeto de denuncias reiteradas de vecinos por mantener a su perro encerrado en la terraza, en plena ola de calor durante el pasado verano. Los aullidos y ladridos del can motivaron que los vecinos se dirigieran en varias ocasiones a la Policía Local. Un presunto caso de maltrato animal que se añade al de la inquiokupación.
El cuerpo policial aseguró que se habían levantado actas de infracción y que la dueña del perro aseguró, en contra del testimonio de los vecinos, que siempre había una puerta abierta de la terraza para que el perro pudiera entrar.
Ella misma presentó una denuncia por la desaparición de su perro después de que alguien hubiera forzado la cerradura de su casa, en la calle Bonaire y supuestamente se hubiese llevado al animal, que apareció en el Centre d’Acollida de Maó y posteriormente le fue devuelto.
tramontanitaHay personas que convierten las viviendas que alquilan en auténticas cuadras y después tienen el pretexto perfecto para decir que el alquiler es muy caro.