El Belén de Santa Clara goza de gran fama por varias razones, pero una de las más importantes es porque la creación de las monjas gira cada año en torno a una fuente de inspiración diferente. Así, la representación navideña de este año está ambientada en una parte de la ciudad de Petra, en Jordania. Un espacio en el que predomina la piedra, un elemento con el que, según explica la abadesa del convento, Nina Barber, se pretende representar «la sequedad espiritual de los tiempos actuales».
Barber comenta que se han decantado por un lugar sin vegetación como ejemplo de «la sed que vive nuestro mundo». Pero ese árido escenario es solo uno de los tres espacios que acoge su tradicional nacimiento. En él también se puede encontrar un desierto, otra muestra de vació y paz con la que la comunidad religiosa de Santa Clara quiere invitar a la introspección: «Es necesario que las personas nos tomemos un tiempo para entrar en nuestro interior y reflexionar», argumenta Barber.
Por último, el tercer escenario tiene como elemento principal una roca de la que, tal y como anunció el profeta Isaías, saldría agua viva. «El agua es símbolo de vida, y Jesús también», concluye la abadesa sobre un Belén en el que comenzaron a trabajar el pasado 6 de diciembre y del que se podrá disfrutar hasta el 8 de enero. El espacio estará abierto a visitas los días laborables de 18 a 20 horas y de 12 a 13.30 y de 17.30 a 21 horas los festivos.