Hace seis años ya que el Consell de Menorca y los ocho ayuntamientos de la Isla decidieron organizar de forma conjunta el homenaje a las víctimas menorquinas en los campos de exterminio nazi. Un acto que ayer se celebró en el Teatre des Born de Ciutadella, donde desde la perspectiva que ofrecen los hechos históricos se miró al presente para tratar de sensibilizar a la sociedad sobre crisis actuales, como la de las migraciones.
«Queremos mirar hacia aquellas personas que buscan un mundo mejor que el que les ha tocado vivir cruzando el mar en busca de la libertad», señaló la alcaldesa de Ciutadella, Joana Gomila, «un mar que dibujamos azul pero que se traga vidas con el beneplácito de quienes vivimos en el mal denominado mundo desarrollado».
Un acto en el que también tomó la palabra el conseller de Cultura, Miquel Àngel Maria, quien recordó igualmente la muerte de personas que en busca de refugio pierden la vida en el Mar Mediterráneo e hizo referencia a la existencia de campos de refugiados en Europa y los centros de internamiento para extranjeros «donde miles de personas son privadas de libertad y futuro» y «tienen un aire familiar con la barbarie del siglo XX que creíamos superada».
Durante su intervención, la presidenta del Consell, Susana Mora, aludió a la necesidad de recordar el pasado «para no repetir los peores episodios de nuestra historia» y celebrar año tras año actos como el de ayer porque «por desgracia todavía tenemos mucha intolerancia en nuestra sociedad».
Para la ocasión se invitó como ponente a un experto en la materia, José Javier Ordóñez Echevarría, doctor en Derecho que ha desarrollado una importante actividad en el ámbito de los derechos humanos en general, y de las personas migrantes y refugiadas en particular.
Los asistentes al acto pudieron atender a una conferencia que llevó por título «Migrants i refugiades: persones sense dret a tenir drets». Una intervención que abordó revisando la historia desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días
En lo que se refiere al presente, Ordóñez señaló que existen «ecos inquietantes del pasado en cómo nuestras actuales democracias tratan a los migrantes y refugiados». Se refirió también a la discriminación jurídica denominada por el italiano Luigi Ferrajoli como «sadismo legislativo», que a juicio del conferenciante se ha traducido en «la criminalización del inmigrante clandestino».
En el tramo final de su discurso, dijo que en la actualidad el desafío más grande al que nos enfrentamos «es reconocer a los migrantes y refugiados como iguales a nosotros, con derecho a tener derechos». En esa línea, hizo hincapié en que el racismo «es un fenómeno moderno, nuestras sociedades no siempre fueron racistas», y transmitió su convencimiento de que «dejar de lado la hostilidad contra las personas migrantes y refugiadas y sustituirla por la hospitalidad no es una utopía».