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El arte de Buba Motosierra en Menorca

El asturiano Eugenio Linares realiza una exhibición de su dominio del tallado con la herramienta mecánica

El escultor de la motosierra durante la demostración de este viernes en Apalliser en Maó para convertir un tronco en la cabeza de un caballo | Gemma Andreu

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Eugenio Linares es un asturiano de 45 años que vive en Galicia y que, después de trabajar como portero de discoteca y debido al cierre de estos locales por la pandemia de la covid-19, se ha especializado en la realización de esculturas de madera con motosierra.

Hace unos ocho años fue a cortar leña para su familia y como curiosidad le dio por hacer una pequeña talla, «no lo había hecho nunca pero me salió bien, me pareció algo de ejecución sencilla y a partir de ahí empecé a hacer más como un hobby. No sabía que podía ser un oficio ni una disciplina de escultura, lo hice sin pensar, fui probando, descubrí un mundo que no conocía y ahora soy profesional a tiempo completo».

A raíz de la irrupción de la pandemia de la covid y la declaración del estado de alarma en marzo de 2020, Linares perdió el empleo de portero de discoteca y decidió dedicarse profesionalmente a esta actividad, que anteriormente hacía como un entretenimiento, y la verdad es que, según asegura, no le falta trabajo «suelo tener una lista de espera de entre uno y dos años, trabajo exclusivamente por encargo».

Decidió reciclarse como escultor con motosierra y combinar los encargos pequeños y puntuales con otros de entidades grandes y administraciones. «Tengo como cliente desde una persona que quiere un pajarito para regalar a un amigo hasta una Administración Pública que se le ha secado un árbol inmenso y quiere que le haga un monumento. Ahora mismo, acabo de llegar de Andalucía, donde estoy haciendo una Virgen del Rocío para la Hermandad a partir de un pino que se le secó en el Paseo de la Peregrinación, la escultura tendrá casi 4 metros de alto», afirma.

Los encargos que recibe proceden de distintos puntos de la geografía española, tanto peninsular como de Balears, «he estado dos o tres veces en Mallorca y Eivissa, aunque esta es la primera vez que he venido a Menorca». Incluso, su trabajo ha despertado la curiosidad del exterior, «he tenido bastantes peticiones del extranjero, pero el tema de los pagos y de los portes es bastante complicado y prefiero no hacerlo, ya tengo suficientes encargos en España», concluye.

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