La barraca de bestiar des Comte, en el lloc de Ses Truqueries, en Ciutadella, es el ejemplar de ese tipo más monumental de Menorca. Se trata de una construcción exenta, con una planta de herradura de 17 metros de longitud y que ocupa un área aproximada de unos 225 metros cuadrados. Un bien etnológico que ahora es noticia por su rehabilitación, y quienes se han encargado de ese trabajo advierten que «posiblemente» también sea «la construcción de piedra en seco más grande del área mediterránea».
Su imagen restaurada es fruto de una nueva colaboración entre La Fundación José Maria de Olives y de Ponsich, Conde de Torre-Saura y la Societat Històrico Arqueològica Martí i Bella, entidad esta última que ha participado a través de los voluntarios del proyecto Grup d'Intervenció sobre Béns Etnològics de Menorca (Gibet). Una obra que ha contado al frente con la dirección de mestre paredador Gabriel Pons Pons y que ha salido adelante con la colaboración del Consell insular en la financiación.
Tal como se recoge en la memoria del proyecto, la barraca presentaba «exteriormente un estado de conservación bastante malo» y teniendo en cuenta que los derrumbes exteriores podían hacer colapsar la construcción, se decidió que la actuación era «urgente». Además, se puso en valor que se trata de un elemento muy visible desde Ciutadella y que su estado podía ofrecer una imagen negativa de la Isla, dado que la técnica de piedra en seco está considerada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Así, la intervención ha consistido en levantar las estructuras afectadas y recuperar el estado primigenio de la barraca. Para lograrlo, se ha utilizado el pedregal caído de la misma construcción.
El procedimiento ha consistido en retirar el material caído de los escombros y las piedras desplazadas de los alrededores más cercanos y, una vez saneados, se han reconstruido de nuevo con la técnica de la piedra en seco cada una de las estructuras derrumbadas. Durante el proceso de limpieza en la fachada sur, se ha podido recuperar una parte importante del monolito que remataba la cima de la barraca.
El apunte
Los expertos sitúan en 1794 el año de construcción del bien etnológico
Aunque la evidencia arqueológica apunta a que la técnica ya se utilizaba en época prehistórica, no se puede precisar con exactitud cuándo se comienzan a construir muros y otros elementos de piedra seca en Menorca, ya que la gran mayoría son construcciones anónimas que nunca fueron registradas, explican en la memoria del proyecto. Sin embargo, la cima estaba coronada con un monolito de unos 140 cm de altura por 35 de diámetro y en su extremo superior había un agujero para encajar una pieza de marès que, posiblemente, tenía la forma de una cruz. Presentaba el número 94, que se ha interpretado como el año 1794. De ser así, sería una de las barraques datadas más antiguas de la Isla.