«No tocar». Ese es el cartel que se podía leer en muchos de los vehículos aparcados junto al mar en Fornells. Y es que se trata de unas joyas que sus dueños cuidan con celo y que ayer fueron el centro de atención de quienes se acercaron a la villa marinera para disfrutar de la segunda edición de la Exposició de Cotxes Clàssics, organizada por el Ayuntamiento de Es Mercadal (localidad en la que se estrenó el año pasado).
Una muestra que ha cogido impulso, doblando el número de vehículos participantes hasta llegar al medio centenar. Y eso que el día estuvo a punto de arruinar la cita. La inoportuna lluvia provocó que varios de los inscritos, principalmente modelos descapotables, no se presentaran; una ausencia que se suplió con la aparición, por sorpresa, de varios que no estaban apuntados.
Y es que hay que tener mucho cuidado con la lluvia, reconocían Francisco y Miguel, yerno y suegro que comparten una pasión, el mundo del motor. La sal, la humedad y el óxido son de «los peores enemigos» confiesan los propietarios de un Renault-7 de los años 70 que cuidan como oro en paño, un modelo fabricado en España que curiosamente nunca se comercializó en Francia, país de la marca.
Un coche que, más o menos, puede resultar familiar para buena parte de las personas que acudieron a la muestra, algo que no sucedió con uno de los vehículos estrella, un Loryc del año 1920 propiedad de la familia Triay Roselló. Una joya que puede alcanzar los 50 kilómetros por hora y cuidan con especial mimo porque si se rompe una pieza encontrar la de repuesto sería una tarea imposible. Es por ello que, por precaución, solo pisa la carretera un par de veces al año, y ayer, con un chofer vestido de época, fue uno de los coches más fotografiados de la muestra.
Laure ha trabajado toda la vida como mecánico y desde que se jubiló se ha volcado en el mundo del coleccionismo. Tiene varios vehículos en propiedad que ha restaurado con sus propias manos. «El que menos tiempo me llevó fueron ocho años y el que más doce», reconoce el coleccionista, que ayer acudió a Fornells con un elegante Ford con 100 años de historia.
También causó sensación un Corvette de 1961, con matrícula de California. Su propietario,Valentín Geonea, reconoce que hay un creciente interés por el mercado de los coches antiguos, piezas de coleccionista cuyo precio, como es el caso del coche que llevó a Fornells, puede llegar a los 140.000 euros.
... han venido al sitio perfecto... circular por la carretera general a esas velocidades de vértigo, las de los autos clásicos, sólo se puede hacer en la mierda de carretera que tenemos... tal para cual... y el resto de los mortales, en caravana detrás, sin poder adelantar, aplaudiendo con las orejas...