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Un estiu per créixer: vacaciones repletas de nuevas experiencias y ocio formativo

El programa clausura su séptima edición, en la que han participado 305 jóvenes repartidos en 100 entidades

Marta Ribero ha colaborado en Santa Rita, en Ciutadella | Foto: U.E.P.C.

| Menorca |

El verano empieza a tocar a su fin y también acaba la séptima edición del programa «Un estiu per créixer», que ya está empezando a repartir los diplomas entre los 305 jóvenes que han colaborado durante los meses de julio y agosto con alguna de las cien entidades de toda la Isla que se han sumado este año a la iniciativa. Un modelo que es fruto de la colaboración entre el Consell insular, el Consell Escolar de Menorca y todos los Ayuntamientos de la Isla excepto Sant Lluís, pionero e inspirador de este formato y que mantiene su programa propio, «Compta amb Jo», desde hace 15 años.

El espíritu del programa, explica su coordinadora insular, Judith Morillas, pasa por brindar una alternativa de ocio  a jóvenes, de entre 14 y 17 años, «que ya no son niños pero aún no tienen edad de trabajar, y se les ofrece una opción de ocio formativo vinculado a sus intereses y, de paso, que puedan aportar algo a su comunidad».

Ainara Hernández, ayudando en la escuela de verano de La Salle. | U.E.P.C.

Un modelo consolidado que ha logrado conectar muy bien con los jóvenes de la Isla. Prueba de ello es que este 2025 se ha conseguido la participación más alta de los últimos cinco años, con una treintena de jóvenes que se han quedado fuera por falta de plazas. Pero más allá de las cifras, sostiene Morillas, desde la organización prefieren poner el foco en las valoraciones que reciben por parte de los participantes, las familias y las entidades, «que mayoritariamente siempre son positivas».

Como ejemplo podemos poner la experiencia de Ainara Hernández, de 15 años. Un año no pudo participar porque se enteró tarde, al siguiente estuvo atenta y el programa le concedió plaza como ayudante en la escuela de verano de La Salle. La vivencia fue tan positiva que este año ha repetido y no le importaría regresar el próximo verano. «Estoy encantada con el programa», resume, ya que a través de él «aprendemos a tener responsabilidad en muchos sentidos y además nos da oportunidad a los jóvenes de visualizar mejor el futuro de cara a un trabajo».

Larimar Luna Moya participó en 2019 en la primera edición. | L.L.M.

Sin embargo, el aspecto laboral es algo totalmente ajeno a la filosofía del programa, puntualizan sus responsables, más orientado a un aprendizaje a nivel personal, aunque es inevitable que algunos jóvenes piensen en ello. No es el caso de Marta Ribeiro,  de 15 años, que este verano ha colaborado con el centro sociosanitario de Santa Rita, en Ciutadella, una actividad que nada tiene que ver con el futuro profesional que tiene en mente: policía.

Como muchos otros compañeros, Marta descubrió «Un estiu per créixer» en el instituto y le pareció «una idea muy bonita», relata. Siempre le ha gustado ayudar a la gente, y resume lo que ha vivido este verano como «una experiencia preciosa y también una montaña rusa de emociones». La lección que se lleva: «Aprendes a tener paciencia, la importancia de compartir y a valorar cada momento», resume.

Larimar Luna Moya tiene 22 años y participó en la primera edición del programa. Aquel verano, cuando todavía cursaba la ESO, tenía en mente estudiar diseño gráfico, y con esos intereses recaló en la revista «El Iris». Allí comenzó a entender desde cerca «el ambiente laboral», pero lo que más le gustó fue la ayuda que el programa te da «para ganar confianza en uno mismo». Pasado el tiempo, esta temporada ha sido mentora de otra joven en el lugar en que trabaja, la Fundació Numa. «Me he visto muy reflejada en ella, porque al principio vas con un poco de miedo y vergüenza, pero luego, poco a poco, te vas soltando», explica la joven.

Amos Fazio también nos relata su experiencia como uno de los participantes de un programa que si bien no le llamó mucho la atención en un principio, acabó por convencerle. De hecho, repitió y tuvo la suerte de estar en dos sitios, lo que le permitió disfrutar de experiencias diferentes. En el Lloc de Menorca, dentro de una escuela de verano, aprendió «a trabajar la paciencia y  a ser responsable», reconoce; un año después recaló en Torralba d’enSalort, donde aprendió «a tratar con las personas».En este último lugar estableció lazos de amistad con los trabajadores y el equipo, factor que ha posibilitado que este año, con 18 años y ya fuera del programa, se hayan acordado de él y le hayan llamado para    trabajar la temporada.

El apunte

«Normalmente lo prueban un año y repiten al siguiente»

Con el paso de las ediciones, «Un estiu per créixer» se ha convertido en un programa muy popular, reconoce Judith Morillas, al frente de un equipo de coordinación insular del que forman parte otras ocho personas que trabajan a nivel municipal. «Normalmente, los jóvenes lo prueban un año y repiten al siguiente», resume Morillas. Por otra parte, la mayor parte de los chicos y chicas que participan en este reportaje reconocen que se lo recomendarían al cien por cien    a sis amigos. Desde el programa, explican que siempre se intenta «vincular» los intereses de los jóvenes con las entidades disponibles. Así, durante un mes, los participantes dedican 15 horas semanales a ayudar a un centro o entidad. De esa forman empiezan a descubrir lo que es el voluntariado, porque en «Un estiu per créixer» nadie recibe ningún tipo de compensación económica, lo único que se gana es experiencia y vivencias.

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