Mediodía de un sábado soleado. Una jornada perfecta para cumplir, como cada 1 de noviembre, con la tradición de la celebración de la festividad del Día de Todos los Santos y la visita a los cementerios de la Isla. A diferencia del año pasado, que la fiesta estuvo marcada por la amenaza del mal tiempo y el país todavía en shock por la reciente tragedia provocada por la DANA en la Península, el buen tiempo marcó ayer una jornada que animó a los menorquines a visitar los camposantos de todos los municipios.
La tradición perdura, si bien es cierto que con algunos cambios durante los últimos años. Algo que en parte tiene que ver con los años de la pandemia, en los que los ayuntamientos recomendaban repartir las visitas de forma escalonada a lo largo de toda la semana. Una tendencia que, ya sin la amenaza del virus, parece haber llegado para quedarse.
Prueba de ello es, por ejemplo, que la jornada de ayer fuera relativamente tranquila en el cementerio de Maó, que ya amaneció buena parte de su espacio adornado con las flores de acompañamiento a los difuntos. Cuentan que la jornada del viernes fue mucho más concurrida. Incluso se dio el caso de que, por momentos, aparcar no resultó una tarea fácil.
Algo más de movimiento se pudo comprobar en el Cementiri Vell de Ciutadella, en parte porque es costumbre que, como cada año, a las 12 de la mañana se celebre una oración especial conjunta en honor a todos los difuntos del municipio.
La ceremonia fue oficiada por vicario general de la Diócesis, Bosco Faner, que se encargó de leer una plegaria en la que invitó a tener en cuenta el referente positivo que representan quienes ya no están entre nosotros e invitó a honrar «la huella» que dejaron. El acto, al que asistió la corporación municipal de Ayuntamiento, concluyó con una ofrenda floral que se encargaron de escenificar el alcalde de la ciudad, Llorenç Ferrer, y la concejala de Cementerios, Maria Jesús Bagur. Un homenaje que posteriormente se repitió en el camposanto nuevo de la ciudad, donde se notó una menor afluencia de gente a lo largo de la mañana.
Como es tradición también, en la otra punta de la Isla, el cementerio municipal de Alaior, acogió a mediodía el acto de ofrenda floral y el ‘toque de silencio’. La ceremonia contó con la corporación municipal, la Policía Local y numerosos vecinos que quisieron rendir homenaje a sus antepasados en un ambiente de quietud como un ejercicio de memoria.
El momento más emocionante coincidió con la colocación de la corona de flores a pies del obelisco y el solemne sonido de la trompeta como símbolo de recuerdo y respeto a una tradición que perdura en Alaior desde hace más de 150 años. Un acto con el que la ciudad quiso reconocer a las generaciones que han contribuido al progreso y la prosperidad del municipio.
... recuerdo una vez que le traje a mi pareja una rosa a casa... no porque fuera sant Jordi ni la fecha de ningún aniversario ni cumpleaños... simplemente porque sí, porque me dio por ahí... hacer las cosas porque te lo manda el calendario siempre me ha parecido un poco actuar como un esclavo del mercadeo, de las decisiones de otros sobre la vida de uno... está bien tener efemérides, porque nuestra vida va pasando a golpe de eventos cíclicos, eso nos da seguridad y nos mantiene entretenidos y así no nos vamos dando cuenta de que nos oxidamos día tras día... pero de ahí a correr a hacer en masa lo que hacen todos los demás porque lo manda la sacrosanta tradición, como que no...