Clausuró el sábado el Valeriano Allés Menorca Volei la temporada 2012-13. Lo hizo de forma inhabitual, prematura porque el equipo profesional ha quedado fuera de las eliminatorias por el título de un campeonato irregular y corto integrado por diez conjuntos de concepción demasiado desigual que incide en la disputa de muchos partidos inadecuados al nivel de la categoría.
El equipo, adiestrado por Bep Llorens, debutante al frente del conjunto profesional, ha cubierto las expectativas mínimas con las que fue construido el pasado verano después de las dudas en torno a su permanencia en la Superliga.
Han pasado apenas ocho meses y el club se ha ajustado rigurosamente al presupuesto limitado con el que salió a competir. Por un lado ha conservado su plaza en la división más alta del voleibol nacional femenino y se mantiene como único representante profesional del deporte insular, y por otro, quizás más importante, lo ha hecho poniendo a buen recaudo su economía. No hay atrasos con la plantilla que despide la temporada, y las deudas pendientes están neutralizadas.
Bajo esa doble perspectiva la campaña 2012-13, la del cambio obligado de la disponibilidad a la escasez de recursos, ha derivado en un éxito rotundo.
Es en el plano deportivo donde la consecución de la permanencia admite alguna matización. ¿Podía haber rendido más el equipo que ha finalizado en sexta posición, o lo que es lo mismo, la última del segmento liguero en el que competía junto a Murcia, Barça y Ecay? Posiblemente, sí. Por eso cobran más fuerza las declaraciones de Bep Llorens a este diario el pasado martes cuando afirmaba que su equipo tiene un amplio recorrido por delante porque apenas ha trabajado en común seis meses.
Se trata, por tanto, de darle esa continuidad para que crezca y mejore resultados en el futuro. Hay tiempo para lograrlo.