El proyecto de la estación de autobuses de Ciutadella está empezando a adquirir la categoría de misterios sin resolver, como lo fue en su día el ascensor del puerto de Maó, solo por citar un ejemplo de la larga lista de obras que se pierden en el limbo de los años (por no decir décadas). Pasa el tiempo y ninguno de los equipos de gobierno local, insular y autonómico de distintos colores políticos ha sabido resolver una de las necesidades de la ciudad de Ponent. El hecho de que el principal municipio turístico de Menorca, y uno de los más importantes de Balears, no tenga una estación que ofrezca un servicio digno a los miles de turistas que van a disfrutar in situ de las maravillosas postales o fotografías/vídeos que se difunden como pólvora por las redes sociales solamente puede calificarse de una manera: tercermundista.
El culebrón que se ha desarrollado a la hora de elegir una ubicación, los cambios de criterios y ahora las alegaciones que se avecinan ante la decisión municipal de apostar como emplazamiento la vía perimetral empieza a ser muy cansino. Y lo peor es que de momento no se sabe de dónde saldrá el dinero -1,4 millones- para hacer la infraestructura.
En Maó hace nueve años que se cuenta con un moderno edificio para acoger los autobuses, pagado por el Govern del Pacte. ¿Qué pasa entonces para que Ciutadella reciba este trato discriminatorio? En mi opinión, no se lo merece. Tanto el Consell como el Ejecutivo de Bauzá deberían tomar cartas en un asunto que además se suma a otras cuentas pendientes.
¿Hacemos una lista?: Desalinizadora, duques de Alba, Estación Marítima, Teatre des Born...
El exalcalde José María de Sintas se quejaba amargamente de que la Comunidad Autónoma maltrataba a Ciutadella. A la vista está que no andaba muy equivocado. Empieza a ser hora de pasar de las palabras a los hechos.