Esto sí que es un Clásico. Tanto o más que el Barça-Madrid de la víspera. Y el guión es siempre el mismo. Como el 10 de mayo de 2007 y el 24 de marzo de 2011 (hoy hace cuatro años), el presidente autonómico de turno (primero Matas, luego Antich y ayer Bauzá) coge el avión para visitar Son Blanc, se rodea del conseller de Turismo, del director de Puertos, del presidente del Consell, del alcalde y del candidato a sucederle, invita a la patronal y los colectivos del puerto y les presenta proyectos que no ha podido acometer en los cuatro años de mandato. Y si Matas puso la primera piedra del nuevo puerto y Antich lo inauguró aún sin estación marítima, ayer Bauzá comprometió los primeros duques de alba que permitirán atracar a cruceros de hasta 185 metros de eslora. Apenas la mitad, ya que los restantes deberán seguir fondeando fuera y llevar al pasaje en barcazas. No hay dinero para más, dicen, apenas seis días después de que se haya anunciado la escala de un crucero de 264 metros en Maó.
«¿Y qué pasa si viene Acciona, está previsto?», preguntó Arturo Orfila, responsable de la operativa en la Isla. La respuesta, titubeante, tardó en producirse. Y aunque se le daría cabida, obligaría a un encaje de horarios con las navieras en liza aún mayor que el que requerirá el atraque de cualquier crucero. «Al menos podrán operar dos buques (de 150 y 185 metros) de forma simultánea, una opción que ahora no tenemos», aclaró Deudero. Y lo dicho sirvió también para Rafel Torrent, quien preguntó casi más que los periodistas y compareció con el dibujo de tres buques atracados en el dique que había enseñado días antes al alcalde.
El concejal de UPCM, Joan Triay, único cargo político no del PP en el acto, se limitó a intercambiar pareceres con Bauzá y el alcaldable Juanjo Pons. Y se ausentaron PSOE y PSM, aunque lo de este último partido es también otro clásico del dique.