Las circunstancias de la vida, aquellas que te eligen a ti por el reparto ¿injusto? del crupier de la vida, te ubican también en un dilema importante a la hora de colocar las cartas porque de ello depende el resultado de las decisiones que a partir de ese punto de inflexión de tu vida, decidas. No nos referimos a memeces como tomar o no esa bebida, ir al cine o a pasear, ver una película o leer un libro…son otras bien diferentes a las que aludiremos en 'El clan…' de hoy.
Usted goza de buena salud –nos alegramos de ello- felizmente casado, en perenne luna de miel, trabajo acorde a sus expectativas que se reflejan en la nómina de final de mes y asi una lista importante que hace que su columna personal del haber sea la envidia de vecinos, familia, amigos.
Cruza un guiño de agradecimiento con aquel crupier porque aunque en su interior jamás lo haya pensado, las cartas juego a juego engordan ese haber que parece estar sellado con un adhesivo que reza 'intocable'. Pero, mira tú por dónde, esta mano resta enteros a ese haber, no recibes un guiño, solamente una mirada con encogimiento de hombros del empleado, gesto significativo que apela a aquel dicho: la suerte es loca y toca a quien toca.
No has ofendido al repartidor de tus designios, pero ahora las partidas pintan bastos. Hasta ese momento no te pavoneabas de ello, pero con el barco bien atado y anclado, cualquiera es buen capitán. El problema se va ahogando conforme navegamos fuera puerto, la vista de la isla se hace prácticamente invisible y las olas son faraónicas, con lo que 'sin noticias del –ahora sí- maldito crupìer'.
La vida nos sonríe, escribe un guión casi perfecto porque capitanes de barco haberlos, los hay a punta pala…pero con el barco amarrado, bien anclado y tú departiendo aventuras marítimas inexistentes, sólo engordadas por un ego superficial, haciendo grupo con correligionarios tal que tú… hasta que las brisas tornan en vientos y estos en tramontanas que dan paso al tsunami que ni en la peor de tus pesadillas llegaste a soñar.
Entonces enviudas, enfermas de forma degenerativa, recortes laborales sustituyen los 'oles' gloriosos de antaño, por 'eres' actuales que hacen peligrar el pago de la hipoteca, la carrera de Laura… Tranquilo, hombre, no les estamos diciendo que las plagas de Egipto lleguen todas a la vez y todas, también, se instalen en su casa. Apelamos a su inteligencia, aquella que a estas alturas de la vida le ha dado un toque para que sepa, y por tanto esté preparado, que el crupier de la vida lo último que tiene son amigos y lo primero que te demuestra es que es ciego a la hora de vociferar 'hagan juego señores… no va más'.
La moraleja de esta historia llamada vida sólo pretende decirte que en este casino sólo juegan los valientes, aquellos capaces de marcarse un rumbo pero también rectificarlo con la misma gallardía y naturalidad que te ha enseñado que debes anteponer la inteligencia al orgullo mal entendido.
En este casino no existe libro de reclamaciones, pero sí un manual que te prohíbe preguntar el porqué de las cosas, pero que forja en ti, o al menos debería hacerlo, a la persona que se esconde en el sótano, a oscuras para no ser visto, dispuest@ a lamerte las heridas de por vida. Quizás sea entonces y ojalá encuentre en nosotros al guerrero de la luz, a la persona que se cae setenta veces siete y otras tantas no desfallece y se levanta porque su pregunta requiere una respuesta alta y clara. La pregunta es ¿para qué me sucede esto a mí?
Sí, jode perder un tesoro, aquello que es tu tesoro porque también significa que perdiste tu corazón, pero de ti depende sacudirte esa crueldad. La búsqueda de motivos que ensanchen tu vida violada por las circunstancias no te alargará ni acorta tu existencia, pero le dará un sentido que jamás hubieras imaginado.
Recuerde, el crupier es ciego y pretende meternos el miedo en el cuerpo, pero nosotros fuimos capacitados para ver entre tinieblas y dotados de espíritu de valentía, siempre en espera del triunfo final de aquello que es justo.