Hace unos días leí que ciertos organismos internacionales, la International Agency for Research on Cancer (IARC), la World Health Organization (OMS) y otros, estaban barajando, aún la limitada evidencia, en clasificar a un conocido edulcorante artificial, el aspartamo, como «posiblemente cancerígeno» para los humanos ((IARC Group 2B).
No se si se acordará¢n de que en un artículo que publiqué en «Es Diari» (13-03-2023: 32) les informé como otro edulcorante el eritritol aumentaba el riesgo cardiovascular provocando problemas cardiovasculares (infarto, accidente cerebrovascular o muerte cardiovascular) según un trabajo publicado por Marco Witkowski et al en «Nature Medicine».
Y es que el tema de la seguridad de los edulcorantes viene de lejos, nos retrotrae a la sacarina, acuérdense del affaire de esta en los años 70 y su relación con el cáncer de vejiga (en ratas) y su prohibición en Canadá hasta su nueva legalización en el 2014. Sin embargo, en la actualidad esta es apta para el consumo aunque recientemente se ha vuelto a reabrir este tema por motivos distintos. Ya veremos.
Sin embargo, como no podemos sustraernos del sabor dulce y si no queremos comer azúcar (sacarosa) por todos los problemas metabólicos, de riesgo cardiovascular u de otro tipo que conlleva, no nos queda más remedio que utilizar los edulcorantes artificiales; sustancias que al margen del azúcar, tienen sabor dulce, y se utilizan en la industria alimentaria para endulzar los alimentos.
Unos aditivos alimentarios que tienen estructuras diversas que van desde azúcares naturales modificados, a derivados sintéticos pasando por productos químicos de diversa procedencia (aspartamo, advantamo, ciclamatos, acesulfamo K, neotamo, sacarina, sucralosa, stevia y derivados de stevia..).
Ya les comenté como la OMS tiene una revisión sistemática (Health effects of the use of non-sugar sweeteners: a systematic review and meta-analysis. 12 April 2022), sobre los datos que existían hasta el 2022 sobre la utilización de estas sustancias y sus efectos sobre la salud; pero como vemos las evidencias se acumulan rápidamente en contra de estas sustancias.
Este mismo año este organismo ha publicado un nueva recomendación que desaconsejaba la utilización de los edulcorantes al no ser eficaces en la reducción de peso, aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares.
Y es que al margen de que aún ingiriendo menos calorías con estas sustancias no se pierde peso al modificar éstas nuestro metabolismo, al actuar sobre la microbiota (la flora intestinal) y con ello influir nuestro balance energético; estas sustancias por sí mismas tienen acciones no del todo conocidas.
Estos días se está hablando de otro edulcorante la sucralosa un sustituto del azúcar organoclorado con un poder edulcorante de entre 320 a 1.000 veces mayor que la sacarosa, y superior al aspartamo y a la sacarina. Una sustancia ampliamente conocida y que fue aprobada por la FDA tras examinar má¢s de 100 estudios de seguridad, como edulcorante de mesa en el 1998.
Sin embargo, hace pocos días se ha publicado un estudio en Journal of Toxicology and Environmental Health, que siembra la duda, pues en un estudio de laboratorio exponiendo células humanas sanguíneas e intestinales a la sucralose-6-acetato descubrieron que esta sustancia hace que el ADN (material genético) de las células se rompa (sería genotóxica) haciendo a la persona susceptible de contraer enfermedades. Y es que aumentaría la permeabilidad de la mucosa intestinal por un lado y podría aumentar el riesgo de cáncer, señalan. La sucralosa-6-acetato es una sustancia que se crea en los intestinos (acetilación) a partir de comer la sucralosa.
En fin, como se ve es mejor no consumir edulcorantes artificiales, acostumbrarnos a comer más soso, con menos azúcar sin más, evitando estas sustancias.