Una atención sanitaria sin filtros y continuista en todos los niveles, politizada y dependiente de la voluntad de un ciudadano, que se convierte a la sazón en hiperdemandante de la misma, tiene muchas ventajas para este; pero también sus inconvenientes sobre todo para su administración, en la regulación de los flujos de pacientes en el sistema, en los recursos sanitarios, sobre todo humanos como vemos cada verano...
Este verano vuelve a ponerse sobre la mesa el eterno problema de la falta de médicos en nuestros Centros de Salud (CS); en la actualidad, al margen de la falta de médicos por la jubilación de la generación de los baby boomers (entre los que me encuentro), falta de oferta de licenciados en Medicina, y una formación excesivamente larga (y sin ningún sentido, en mi opinión) de nuestros de facto médicos de Atención Primaria, o de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC), que es la especialidad en la que se les forma.
En cuanto a la cantidad, que es lo que está influyendo en la falta de especialistas, ha existido una falta de previsión entre la oferta de la demanda de los nuevos licenciados en medicina (puede sorprender que cuando este articulista acabó en los 80 la carrera de medicina, la situación era radicalmente al revés, 20% de paro médico); pero, existe otro problema, además, y es la especialidad en sí, pues siendo una especialidad, la de MFyC, que sin siendo troncal, con otras especialidades, es muy larga, no justifica cuatro años de especialización. Digo esto, porque no hace mucho tiempo era una especialidad de 3 años, no más, bien consolidada, de la que salían perfectamente formados y con las ideas claras los especialistas, de cuál era su función
Y es que los cuatro años no ha mejorado la formación específica; antes incluso, en mi opinión, aunque no la han empeorado, sí la ha desvirtuado; pues el especialista acaba su formación y muchas ocasiones y no sabe muy bien para qué ha sido formado.
Cuatro años que se pierden en tiempo pasivo en ciertas especialidades, y sin ninguna actuación activa en otras que tienen poco que ver con el día a día del médico del primer nivel o en los que con conocimientos mínimos del manejo del paciente y de los síntomas de alarma para su manejo y derivación, serian suficiente.
Y sobre todo, mucho tiempo desperdiciado en guardias hospitalarias y sus días post guardia (hasta medio año perdido de los cuatro de formación) y tiempo en cursos, seminarios innecesarios etcétera... cuando dos o tres años hubiera sido suficiente; y todo ello sin ser especialidad troncal de otras especialidades médicas generalistas, como en otros países, sea Medicina Interna, Pediatría de Atención Primaria, Urgencias, Geriatría e incluso especialidades médicas especificas (Digestivo Neumología Cardiología...) urge, por tanto, la modificación del programa del médico especialista de Atención Primaria.
Este año se ha añadido un factor nuevo y es que los médicos residentes de cuarto año (R4) acabarán en septiembre al haber empezado más tarde por los efectos de la epidemia covid. Un verano que está siendo complicado para nuestros administradores sanitarios por falta de recursos médicos a nuestro nivel.
Con todo, el R4 es un médico del primer nivel suficientemente formado para poder asumir la atención al paciente el primer nivel que acude a nuestro centro de salud.
Sean pacientes de su cupo (de su tutor) como pacientes del Centro de Salud, de ahí que al margen de consideraciones administrativas a modo de excusas; de la misma forma que el residente de familia acaba siendo de facto personal médico de los Servicios Hospitalarios de Urgencia, se debería poder solicitar su ayuda en los Centros de Salud en momentos como los que están pasando.