Economista e investigador, Alfons Méndez, autor del ensayo «La memòria industrial de Menorca», publicado por el Institut Menorquí d’Estudis en la colección «Cova de pala», afirmó en 2019, durante las jornadas sobre el 25 aniversario de la Reserva de Biosfera de Menorca, que «el reto de nuestra Isla consiste en fomentar una economía donde el gasto turístico aumente de manera sostenible».
Méndez aludió a un hecho diferenciador: la falta de inversión productiva. La crisis de los 80 fue provocada por la desinversión en la industria y una inversión raquítica en el turismo. «Sin inversión será imposible renovar las actividades manufactureras y reconvertir buena parte de la oferta turística menorquina que ha quedado obsoleta. Muchos empresarios menorquines se han decantado por la inversión inmobiliaria en detrimento de la inversión en activos que generan nuevo valor», añadió Méndez.
Propuesta final: «la única vía hacia el desarrollo sostenible –este mantra desideratum invocado por todos, pero que nadie acierta a hallar, como la ignota y muy líquida Ciutat de Parella–, se basa en la inversión productiva en actividades industriales, turísticas y agrícolas que absorban las innovaciones tecnológicas; desarrolle las energías alternativas y las actividades de la economía circular, y posibilite un aumento sostenido del nivel de vida». Fin de aquella cita de 2019.
Tertulia de economía
Seis años después, la Secció de Ciències Socials del IME, de la que forma parte Alfons Méndez, y está encabezada por el periodista investigador Miquel Àngel Limón, convoca para este lunes una tertulia de economía –19 horas, en Sant Joan de Binissaida (Es Castell)–, dedicada a las estrategias de recuperación industrial de Menorca.
Las preguntas a plantear y las posibles respuestas disparan directamente al corazón del actual modelo socioeconómico de esta Isla, tan cuestionado y tan debatido que no conseguimos ponernos de acuerdo sobre las causas y las consecuencias.
Cuestiones como ¿por qué ha desaparecido el tejido industrial de Menorca?, ¿se podía haber evitado el cierre de tantas fábricas?, ¿por qué antaño Menorca fue capaz de articular un potente sector manufacturero y exportador?, ¿cuál ha sido el impacto de la globalización con la deslocalización, fuera de España, de gran parte de la producción industrial menorquina que aún resiste?, ¿es posible reconstruir un sector industrial insular con los costes laborales, fiscales y de insularidad?, ¿las directivas de Europa nos ayudan o nos perjudican? y ¿cómo impacta la regla de minimis?
Los asistentes a esta tertulia tendrán la oportunidad de acertar en las respuestas. Teóricos, catedráticos y ensayistas expondrán su visión del problema, pero también hay que escuchar las voces, realidades y las propuestas –experiencias y luchas diarias–, de los industriales menorquines supervivientes. Lo deseable es que consigan ponerse de acuerdo en el diagnóstico y lo óptimo, que se redacte un documento de conclusiones y medidas aplicables y eficaces.
La industria del XXI
La industria de Menorca es hoy memoria de la Isla. Así lo explica el resumen del IME del libro «La memòria industrial de Menorca»: «La historia contemporánea de Menorca está íntimamente ligada a la industria, hasta hace pocos años la principal actividad económica de la isla. Durante más de un siglo y medio, los menorquines vivieron de la confección de zapatos, tejidos, bolsos de plata, maquinaria, bisutería, quesitos y otros artículos. Hubo que levantar fábricas y talleres, instalar máquinas y adquirir utensilios. También fue necesario confeccionar muestrarios, diseñar publicidad y patentar inventos. Se desarrollaron un abanico de intangibles sociales y culturales. Este conjunto de elementos conforma un rico patrimonio industrial, cuya memoria se debería preservar, valorar y difundir». Y volver a empezar para construir la nueva industria menorquina del XXI.