Ara, el silenci
és negatiu
A partir del 1 de juliol, pel Real Decreto Ley 8/2011 ha canviat el concepte de "silenci positiu" per "silenci negatiu" en relació al temps concedit per les lleis als ajuntaments per a concedir llicencies d'obres. Vegeu l'article 23 i us quedarà molt clar.
Aquest canvi perjudica moltíssim el sector productiu de la construcció perquè així com abans, almenys, es podia arribar a obtenir la llicència un cop superat el primer termini de 3 mesos en què l'ajuntament es quedava indegudament inactiu i un altre termini d'un mes per al Consell, a partir d'ara tot canvia molt, doncs des del mateix moment d'haver entrat la sol·licitud a l'Ajuntament ja comença un temps, de durada indefinida, per a esperar la resposta municipal que obliga a una total inactivitat fins i tot passats els 4 o 5 mesos mínims que, abans de l'actual decret, significava un temps d'espera que s'aprofitava per a demanar pressupostos i preparar altres gestions i tràmits.
Total, ara que els ajuntaments, en general, han promès la màxima velocitat en la seva resposta per ajudar l'activitat econòmica que genera qualsevol classe d'obra, l'Administració central del Estat els dóna la total llibertat per a no contestar mai i deixar tant els promotors com els propietaris individuals totalment indefensos.
Joan Martí i Torres
arquitecte tècnic
Maó
En Pepe
Muixineta
Durante el transcurso de tu vida deseas que las personas a las que quieres estén a tu lado para siempre. A pesar de saber que eso es imposible, no quieres aceptarlo y crees que no es justo que quien ha sido un pilar esencial en tu vida ya no vaya a estar más ahí. Pero una vez aceptas que no está en tus manos decidir quién se queda y quién se va, sólo quedan los remordimientos, las lágrimas y un algún tiempo más tarde, el feliz recuerdo de todos los momentos que compartisteis.
"En Pepe Muixineta", o nuestro yayo, como le llamábamos mi hermano y yo, se ha ido, dejando un grandísimo vacío que nadie podrá volver a llenar.
El recuerdo de su sonrisa y la luz de su rostro cuando me veía es tan triste como alegre en estos momentos. Cuando hacía unos días que no nos veíamos, siempre decía "quasi no ens coneixerem", y eso me gustaba, porque me daba la oportunidad de decirle que aunque no le viera pensaba en él. Y él lo sabía. Él sabía que no importaba los días que llevara sin verle, o lo lejos que hubiese estado, el siempre tenía un lugar en mi corazón y mi mente. El simple hecho de pensar en él me daba fuerzas para seguir adelante; quería que se sintiese orgulloso de mí y no quería defraudarle.
Estas últimas semanas han sido un pequeño periodo de reflexión para mí y me he dado cuenta de que los detalles más pequeños son los más significantes. No puedo dejar de recordar las largas charlas sentados a la fresca de la terraza, porque a él le encantaba la brisa que pasaba; creo que le recordaba a la brisa del mar que sentía cuando se sentaba en la terraza de su caseta en Sa Mesquida. De los días que nos invitaba a comer a su caseta y nos daba chocolate y galletas. Del día en el que le llevé galletas para desayunar (a escondidas de mi padre) ya que no quería desayunar más pan tostado y declaró una pequeña "revolución de las galletas". Pero sobre todo, del último día que le vi; no puedo olvidarme de su sonrisa al ver que me había acordado de él y le había llevado churros, estaba feliz y que él lo estuviera me hacía feliz a mí.
Mi yayo guardaba en su corazón sus mayores pasiones, unas pasiones que han permanecido vivas en él hasta el último de sus suspiros. Sa Mesquida era su pequeño tesoro, estaba enamorado de ese lugar donde había pasado los mejores momentos de su vida. El mar, que le acogía en sus brazos una y otra vez cuando salía a pescar. Los coches, ya que siempre me recordaba lo feliz que le había hecho trabajar de mecánico. Pero, si no me equivoco, su verdadera pasión fueron sus nietos. Nos cuidó, nos hizo reír, nos regañó cuando tenía que hacerlo, estaba orgulloso de nosotros y nos quiso incondicionalmente. Ese amor incondicional siempre fue mutuo, siempre estuve orgullosa de él, y ahora lo estoy más que nunca; por haber sido como ha sido, por tener un papel tan importante en mi vida y por haber sido tan fuerte durante tanto tiempo. A pesar de que ya no esté con nosotros, quiero pensar que desde allí donde esté le haremos sentir orgulloso por ser como somos, por lograr todo aquello que nos propongamos y porque en momentos de flaqueza seamos capaces de sacar fuerzas para seguir adelante de la felicidad y el amor que siempre nos transmitía. Al fin y al cabo, nada se pierde del todo si hay algo que lo mantiene vivo, y su recuerdo se mantendrá siempre vivo en nuestros corazones.
Bea Sintes Mitchell
Llucmaçanes