Tornen les festes de Gràcia de sempre
Ja tenim aquí les esperades festes de Gràcia. Un nou any quasi acabant l'estiu ens trobam immersos en els dies grans de la nostra ciutat. Les festes són (ho hem dit sempre) un dels màxims trets distintius d'un poble. Les festes patronals han estat i han de ser sempre motiu d'unió i d'orgull. Les festes d'un poble no poden servir mai per crear polèmiques innecessàries.
L'any passat, alguns dels canvis que es van introduir van provocar una sensació de mal gust de boca. La poca justificació o poca necessitat van fer que molta gent no els acabés d'entendre. Per a la gran majoria només responien a la imperiosa necessitat del nou equip de Govern de fer veure que hi havia canvis i res més.Passat un any, veiem amb satisfacció com la gran majoria d'actes importants retornen al seu calendari, organització habitual i defensada per la immensa majoria. El dia del pregó, sa beguda, s'aigua-ros… recuperen el seu estat habitual. Així i tot encara sobreviuen alguns canvis que no acabam de compartir però que, lògicament, respectarem; com ara la ubicació de les revetlles.
En qualsevol cas, més enllà d'algunes accions ostentoses i completament innecessàries com el cobriment de la Plaça Constitució o el dubte present en molta gent de la idoneïtat de reinstaurar els focs de dia 8 (atès que la festa encara està concentrada a dalt de la ciutat), volem agrair a l'Ajuntament de Maó que hagi escoltat a tanta gent que reclamava retornar molts actes que l'any passat no havien funcionat a la seva tradicional i bona ubicació. També estaria bé que aquest esperit d'escoltar a la ciutadania es fes extensiu a altres temes actuals que preocupen la gent
Comentat tot açò, només ens resta desitjar a maonesos i maoneses i a tota la gent que participa de la festa i els qui treballen per fer-la possible, molt bones festes de Gràcia.
PSOE de Maó
Viatjar a l'agost
Aeroport de Menorca 24 d'agost, divendres. L'Aeroport està ple fins dalt. Havia d'agafar un avió de Vueling cap a Bilbao que tenia prevista la seva sortida a les 9 del matí. Finalment, després de distintes informacions sobre el retard, se'ns diu que embarcarem a les 12,45. L'avió ha tingut una avaria que estan intentant arreglar a Madrid. Ja es pot imaginar com es va posar el passatge! Finalment vam embarcar a les 13'30h…Dins l'avió vaig arribar a algunes conclusions:
1)És absolutament assumible que un avió (una màquina) s'avariï.
2) És assumible que en un dels divendres més forts de l'any la companyia no tingués cap avió per substituir-lo perquè tots estaven en servei.
3) No és assumible que la companyia que fa el servei de terra a Vueling (Iberia Express) doni informacions parcials, contradictòries o falses sobre les previsions del vol.
4) És absolutament criticable la poca professionalitat del personal que ens va atendre a la terminal de l'Aeroport. Va ser incapaç de gestionar una situació de "crisi" en la que haurien d'estar ensinistrats, augmentant encara més la indignació dels viatgers.
A aquesta illa, on sempre parlam molt (i malament, en general) de les companyies aèries, hauríem de començar a reclamar (aïradament, si es necessari) sobre la mala organització, el mal servei i, en casos, la mala formació del personal que atén als passatgers, especialment en situacions de "crisis". Hem de pensar que quan s'arriba a casa i ha passat el "sufoc", la gent entén que una màquina s'aturi, però li costarà molt més entendre, si és que ho fa, el mal servei o la mala educació del personal que l'ha atès, i això pot tenir una conseqüència: que la pròxima vegada, abans de venir a Menorca, s'ho pensi. I tots sabem que els que volen viatjar no estan per oportunitats. La tornada de Bilbao a Menorca, el dilluns 27, també va tenir "sorpresa". Vaig esser víctima de l'overbooking i enlloc d'arribar a les 12,30 hores com estava previst, ho vaig fer a les 22'30.
Com per tornar a viatjar a l'agost!
Albert Moragues
Maó
La feria y el circo
Hoy estoy tieso como una mojama, mi cerebro ya no produce, no forma parte de la cadena productiva. Mis neuronas están oxidadas por este calor húmedo, por este calor de calima, ellas chirrían que dan grima. Anteayer fui con mi hijo pequeño a los cacharros de la fiesta de Sant Lluís, al pulpo o a la rana, como se prefiera. Con la crisis todo resulta aún más cutre, hay menos gente, la música del verano, los chiringuitos vacíos, la venta ambulante sin venta...Llama la atención que en el pulpo o rana, todo sea mega, megaseguridad, megarápido, megatodo. Esta parte de las fiestas, la de los cacharros y chiringuitos me traen recuerdos del circo, bueno mejor dicho, sensaciones.
Cuando, mi padre me llevaba al circo, siendo yo pequeño, recuerdo los colores llamativos de los payasos, de los trajes desgastados y agujereados de los equilibristas y funambulistas, del domador de un león sobado, deslustrado y sucio, del vendedor de chuches usadas, del cómo podían levantar semejante estructura de tienda de campaña, así a mano, sin más.
Todo fue más o menos bien, hasta que un día, vi la trastienda, vi a las personas, caravanas y animales en crudo, sin los atuendos del circo y ahí todo se me derrumbó como un castillo de naipes. Ellos, los del circo, eran humanos y como tal tenían caras, la vestimenta ahora era acorde con sus caras, eran caras cansadas, tristes y angustiadas. Los animales eran radiografías de animales, portaban costras de mierda pegada, su piel se adornaba de mechones de pelos agurruñados, los dientes eran cariados y amarillentos, la mirada, buff! la mirada era vacía, ya no triste sino vacía, no tenían nada que decir ni que mostrar, ni tan siquiera era angustia, miedo o pánico, desde hacía tiempo que el billete lo tenían comprado, solo esperaban el momento de emprender el viaje de vuelta.
Más tarde logré comprender el significado del chiste de ¿quién es el animal más fiero de la selva?, por supuesto que lo pintan, este león no estaba para esos niveles de fiereza, ni para otros trotes.
Y ya puestos a imaginar, me imaginé la serpiente sin dientes, al tigre pintado a mano, al burro camuflado de caballo, al gato ejerciendo de pantera y al mono, el único auténtico, ejerciendo de mono y a veces de gorila.
Todo esto combinado con los olores, esos olores de mezcladillo de meados, bostas y miseria. Ese olor que queda grabado, ése que cuando vuelve se acompaña de nítidos recuerdos. Ahora pienso que el olor es el más primitivo de los sentidos, el más primario y como tal, en su reverso siempre lleva pegada una fotografía.
A partir de aquí, aprendí a ver la trastienda de las cosas, a que lo que nos venden, no es lo que vemos, sino lo que queremos ver. Sí, las fiestas o ferias, me recuerdan al circo: su puesta en escena cutre y sucia. Los olores de cloaca. Los colores vivos pero raídos. La sensación de estar de paso, el que hoy están pero que mañana se van, las luces, el ruido, la música, todo es estridente y llamativo, todo esconde su aquél y en todo esto se parecen o a mí me parece que se parecen.
Por lo demás, y para acabar, si uno quiere cultivarse en esa sensación de tristeza y de vacío, solo tiene que acudir cuando recogen el campamento, entonces la sensación es plena y cruda, las miserias ya apenas se esconden, se levanta el telón de la ilusión y nos descarna su cruel realidad.
Al final, como siempre, solo queda la basura del vacío, un apenas estuvo pero ya se fue. Bueno y sí, la sombra de la carpa y la nostalgia de que siempre volverán.
Francisco Javier Lamoso Rey
Es Castell
La gasolinera del puerto de Mahón
A principios del mes de agosto su periódico lanzó la noticia de la ampliación de los servicios de la gasolinera del puerto de Mahón y de la repercusión que ello tendría para los usuarios en cuanto a comodidad y menor espera para repostar. Sin embargo esta noticia, que sin duda fue beneficiosa para las grandes esloras, no ha significado ninguna mejoría para el resto (95 por ciento de los barcos), que hemos tenido que seguir utilizando los mismos puntos de repostar de siempre. A las incomodidades y espera ya crónicas, se ha añadido este año un nuevo empleado que lejos de agilizar y ayudar a las embarcaciones en las maniobras de aproximación al atraque y posterior servicio se ha comportado de forma poco colaboradora y poco amable (a veces despectivo) con el usuario, opinión compartida con otros clientes. Añadiré asimismo que el precio del combustible ha sido abusivo (entre 10 y 15 céntimos por litro más caro que en cualquier gasolinera o puerto deportivo de la Península). Si este "impuesto revolucionario" sirviera, al menos, para disfrutar de unas instalaciones y un personal adecuados podría incluso justificarse su aplicación.Por último, quiero llamar su atención sobre otro asunto sucedido en dicha gasolinera el día 27 de agosto a las 13 horas cuando acudí a repostar antes de mi viaje a la Península. Una vez llenado el depósito de combustible acudí a pagar en efectivo a la garita prefabricada que han instalado, olvidándome la cartera con una suma importante de dinero y toda la documentación encima de la mesa, hecho del cual no fui consciente hasta desembarcar después de haber pasado unas horas fondeado en la preciosa isla del Aire. Como era evidente que la deje allí acudí por la tarde a recuperarla y cuál fue mi sorpresa cuando los empleados negaron haberla visto nunca…Evidentemente si la garita hubiera estado dotada de cámara de seguridad hubiéramos pillado al ladrón con toda seguridad. Pero es que esta falta de seguridad no solo afecta a la garita sino también, y lo que es más grave, al resto del puerto (según me informó la Policía las cámaras de seguridad del puerto son ficticias).En fin, espero que esta carta sea leída por el presidente del Club Marítimo quien es el que gestiona la gasolinera y sus empleados y tome las medidas oportunas para mejorar el servicio a la mayoría de usuarios, seleccione mejor a su personal y deje de aplicar precios abusivos a los carburantes.
Juan García de Oteyza
Fernández-Cid
Maó
Las croquetas
En la localidad de Ciutadella en una de sus más entrañables callejas donde el fulgor de las tiendecitas es solo comparable a la efervescencia del verano y de sus transeúntes, entré una mañana clara de este bendito verano del 2012 para hacer la compra. Adoro el pequeño comercio, el trato dado, el cuidado del detalle, aunque ello consista en descuido denodado; su ambiente y familiaridad. Me gusta veramente.Y no es solo por cuestiones de gusto. Sino por principios. Porque son los principios los que erigen a las personas y a la sociedad que conforman. El fomento de una economía interna pasa precisamente por la participación activa y permanente de la ciudadanía. No es cosa que debamos tomarnos a la ligera. La población de Menorca debe ser muy consciente de la importancia de su propia economía siendo consumidores responsables y conscientes de su realidad.Pero dejando de lado sermones politíco-economicistas, la verdad es que hay cosas francamente curiosas. Por decirlo de algún modo. Cosas curiosas que inducen a cuestionar los propios principios. Sin duda: Entrar una mañana en una de esas tiendecitas de comestibles y tomar una bandejita de croquetas llevarlas hasta el mostrador sin ni siquiera avistar el precio porque no está…en los tiempos que corren es casi una audacia. El caso es que la señora de la tienda me contó que entre los vecinos había quienes tenían habilidades culinarias de concurso y que por eso llevaban sus recetas y platos a la tienda. Yo ya me estaba imaginando a esa señora de mediana edad haciendo con primor croquetas de textura agradable al paladar y una perfección formal admirable. En la tienda me comentaron muy elocuentemente su elaboración y el hecho de que era limitada dado que eran "caseras". Me fui muy satisfecha de poder degustar un plato así y poder hacer mi contribución a esa economía de "nuestra isla".
Tras unas semanas, volví a la tienda. No estaba la señora que me atendió pero sí su sobrina: Una jovencita tímida y abiertamente despistada que con la cabeza baja y una sonrisa nerviosa intentaba ser diligente. La inocencia de la juventud, la ineptitud de la inocencia y mi tolerancia absoluta ante tal despliegue de sinceridad. Pregunté por las tan exclusivas croquetas. La jovencita me dijo que hurgara en la nevera. No las encontré y entonces me dijo que si esperaba unos minutos iría al congelador del almacén. Tras unos diez minutos en los que pude admirar todos los productos de la tiendecita salió la adolescente con pasos cortos y rápidos. Entre sus manos una bolsa a granel de croquetas de una marca que por motivos obvios no merece la pena mencionar. En cualquier, caso se trataba de una bolsa de croquetas ultracongeladas de una empresa de ultracongelados. La puso sobre el mostrador, la abrió y empezó a colocarlas cuidadosamente sobre una bandeja de porexpán…la misma bandeja de porexpán y las mismas croquetas de la fabulosa historia de la vecina y sus manos primorosas con la receta familiar.
Le pedí que no se molestara en ponerlas en la bandejita. Me llevaba la bolsa entera. Inicialmente, me propuse guardar la bolsa y volver a la tienda para pedirle más croquetas "caseras" mostrándole exactamente las croquetas caseras a las que ella me había hecho referencia de forma tan engañosa. Pero con el tiempo y la edad uno se vuelve más reflexivo y hace balance. ¿Qué importancia podía tener avergonzar a esa mujer? ¿La tenía o no la tenía? Me senté en la terraza de Es Tastet, tomé agua fría con gas y me lamenté por tantísima hipocresía. Sin embargo, pensé que al menos, las croquetas habían destilado una bonita historia de literatura. No dejaba de ser atractiva tal ficción.
Pero la ficción es ficción y, cuando no es entretenimiento, resulta cuanto menos hiriente. El espolón de la desconfianza se clavó en mis costillas. Pero solo duro un momento porque mi postura al respecto no pienso cambiar: lo único que puede salvar a esta isla es la convicción de que son nuestros cientos y cientos de pequeños comercios los que dan aliento a su economía, son nuestro pan y, pese a la truculencia de algunas personas a la hora de ejercer su profesión, no debemos actuar con resentimiento. Porque el resentimiento y el revanchismo es lo que ha conducido a este país a la situación actual.
Sigo yendo a esta tiendecita. Y aunque ya no compro las croquetas compro otras cosas que sin duda tienen su autenticidad.
Sole Sánchez Mohamed
Ciutadella