El pasado 23 de diciembre falleció cumpliendo su trabajo en los montes de Asturias un amigo, mí amigo, muy vinculado a Menorca. Le conocí hace apenas diez años trabajando los dos como pilotos de helicópteros en la misma base de incendios de Rosinos, Zamora, y desde el primer momento supe que estaba ante una de esas personas, pocas, íntegras, cabales, humildes y sobre todo sinceras, sin doblez. En el trabajo conjunto Él era Zulú 2: «Siempre detrás de ti», decía y yo le preguntaba si soltaba pelusa..., un viejo chiste de aviadores. «Punto Dos» solo porque yo era más viejo. En este mundo injusto siempre se van antes los mejores.
En nuestros muchos paseos a lo largo de la pista, «no nos alejemos de las máquinas», me recordaba constantemente, analizamos mil veces el accidente que le convirtió en «el piloto de Rajoy». En este nuestro mísero mundo de pilotos siempre se te recuerda por lo que haces mal, entras en la historia cuando pasas a ser el piloto que se «comió unos cables en...» o «se le paró el motor, o chocó con, o amerizó con el tren fuera» nunca por los incendios que has contribuido a apagar, los heridos que has evacuado, los perdidos que has rescatado, etc...
Quizás por ello cuando se habla del «piloto de Rajoy», muchos -legos o indocumentados unos, malintencionados o mezquinos otros- lo hacen para de forma tácita imputarle alguna responsabilidad en el accidente. Esta mezquindad se refleja en alguno de los titulares de prensa que el día después ligaba este hecho con el accidente.
Conocedor como creo que soy de los hechos y del piloto no puedo sentir más que indignación ante los mismos y, como creo es de justicia, le envío copia de la carta que ya en el pasado, hace dos o tres años, en repetidas ocasiones envié a Esperanza Aguirre y que nunca tuvo respuesta, pues la hidalguía y la nobleza a veces tienen poco que ver con quien ostenta título nobiliario.
Decía así:
«Este fin de semana, en conversación con un familiar votante del PP y admirador suyo, me enteré de que sigue Vd. haciendo alarde de su capacidad de supervivencia tras sufrir situaciones de alto riesgo, y además que celebra anualmente el haber sobrevivido al accidente de helicóptero sufrido en Móstoles. Me llama la atención que se vanaglorie de hacerlo y de que lo hace en compañía del resto de los pasajeros del helicóptero ¡pero no del piloto! De lo cual, alguien puede colegir que éste tuvo responsabilidad en el accidente. Es posible que así se lo hayan hecho creer a Vd. Yo estoy en condiciones de decir que tal responsabilidad es incierta, e incluso que la actuación del piloto en el accidente, y en la preparación previa del mismo, quizás incluso le haya salvado a Vd. la vida.
Conocí al piloto con posterioridad al accidente y hoy le considero un amigo. Es por esto último que le dirijo estas palabras y además lo hago sin su conocimiento. Lo hago fundamentalmente porque como digo pienso que él ha sido objeto de una injusticia, algo que se desprende del estudio del expediente que en su día le fue incoado, únicamente -por ser Vd. y sus compañeros quienes son. Por ser él mal defendido (al principio su abogado y el de la empresa fueron el mismo), su empresa exculpada y él acusado. Sepa Vd. que finalmente a él -piloto temporero, con contrato eventual, medio año trabajando, medio año en paro, padre de familia de dos hijos de muy corta edad- se le incoó expediente que tardó cinco años en sustanciarse; cinco años de incertidumbre, para finalmente condenarle al pago de 90.000 euros (sí, noventa mil) que con sus intereses se convirtieron finalmente en 100.000 euros. Mientras Vd. lo celebra, él sigue trabajando, hoy aquí, mañana allí, para pagar el préstamo pedido para sufragar la sanción. Como piloto que también soy, con más de 30 años de experiencia, conozco accidentes con resultado de fallecidos, pero no conozco ningún otro caso de sanción cuya cantidad ni siquiera se acerque a la a él impuesta.
He sido perito de parte en ese expediente. Puedo asegurarle que no tengo nada claro que la falta que finalmente a él le fue imputada (sobrepeso de 75 kgs sobre una capacidad del helicóptero de carga máxima de unos 2.000 kgs, hablo de memoria, y que nunca fue demostrada pues nadie efectuó pesaje alguno) fuese la causante del accidente, al menos la única (el propio informe de la CIAIAC habla de otras causas concurrentes) pero sí estoy absolutamente convencido de que su actuación durante el accidente (llevar al helicóptero fuera de la plaza y no sobre las gradas, así como el cortar inmediatamente el flujo de combustible) fue determinante para que sus pasajeros resultasen ilesos.
Podría extenderme más en la explicación técnica del accidente, singularmente en las acciones por él tomadas previamente a dirigirse a la plaza para recogerles a Vds. a fin de asegurarse de que el lugar de despegue, e incluso la carga de despegue final fuesen las adecuadas dentro de lo que él podía decidir; recuerde que su vicepresidente fue dejado en tierra a pesar de su oposición a hacerlo.
Por las razones anteriores comprenderá Vd. que me disgusten sus alardes sobre sus celebraciones sin piloto. De ignorantes, malintencionados y desagradecidos sabemos que está el mundo lleno; como ocurre que yo no la tengo a Vd. así considerada, es por lo que para su mejor información le remito estas palabras.
Por último, he de decirle que cuando en las conversaciones que ambos mantenemos al respecto sale a relucir su nombre, su piloto no tiene más que las mejores palabras para Vd. y su comportamiento de aquel día al menos.
Con la esperanza de que estas palabras le sirvan a Vd. para reflexionar sobre la injusticia que a mi entender comete, le saluda atentamente...»