A cuarenta días de unas nuevas elecciones generales -la cuarta convocatoria en cuatro años- todo está muy abierto por la incertidumbre sobre el impacto que tendrá la abstención. No ha sido posible la investidura de Pedro Sánchez, no se han aprobado nuevos Presupuestos Generales del Estado, con una parálisis que invade y bloquea todos los ámbitos institucionales. Se ven afectados el CGPJ, la CNMV y la cúpula de RTVE, entre otros organismos que no han podido ser renovados. El nombramiento del nuevo titular del Ministerio de Asuntos Exteriores y la revalorización de las pensiones también padecen demoras. Balears no es ajena a esta situación cuando no se ha abordado la revisión de la financiación autonómicas, que perjudica gravemente al archipiélago; y el desarrollo del nuevo REB está paralizado en manos de un Gobierno en funciones que carece de atribuciones, más que despachar el día a día. El 64,34 por ciento de la población balear se muestra indignada por la convocatoria del 10-N y tener que volver a las urnas, según la encuesta del Institut Balear de Estudios Sociales, que refleja que el 51,3 por ciento del electorado de estas Islas atribuye a Sánchez la culpa de la repetición electoral. En la indignación y desafección ciudadanas se halla la clave de estos comicios marcados por la abstención. El inédito escenario de la política española exige desbloquear ya esta anómala situación.
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