Las cifras de desempleo del pasado mes de marzo rompen, de manera abrupta, las tendencias de los últimos meses. El repunte del paro es el primer aviso de lo que está por llegar en los próximos meses, cuyos datos los expertos vaticinan que serán mucho peores.
La crisis sanitaria, de ámbito mundial, generada por el covid-19 lleva aparejada una recesión de un alcance todavía inimaginable. El parón de las principales economías mundiales aún no ha impactado en España, es una mera cuestion de tiempo. Mientras, en Balears 6.323 personas se han ido al paro, 303.265 en el conjunto de España; y eso que lo peor está por llegar.
En este sombrío contexto resulta imposible encontrar un resquicio para el optimismo, entre otras razones debido a que no hay precedentes de un fenómeno planetario como el generado por el coronavirus. Remontar la situación en Balears sin el concurso decidido de Gran Bretaña y Alemania es, sencillamente imposible.
A nivel estatal el problema se amplía a toda la UE, EEUU y China. Sin mercados abiertos no hay salidas posibles. Mientras se arbitran fórmulas para salvar la economía, las ayudas sociales son más imprescindibles que nunca. El tejido empresarial no puede desaparecer, del mismo modo que hay que evitar estallidos sociales por falta de amparo a los centenares de miles de nuevos parados. El papel de la UE en estos momentos es determinante, de esta no podremos salir solos.