El sector turístico de Balears se niega a dar por perdida la temporada. El anuncio de la apertura de los puertos y aeropuertos de las Islas a los pasajeros nacionales y extranjeros a finales de junio ha reactivado las empresas aunque, y justo es admitirlo, con enormes cautelas. La presión es enorme, como también lo es la incertidumbre.
Las causas que han generado esta crisis no han desaparecido, la vacuna contra la covid-19 todavía está por descubrirse, pero la industria turística -y no sólo en Balears- tiene un valor enorme en Europa, con múltiples ramificaciones que generan riqueza y dan trabajo a millones de personas. Sin un remedio a corto plazo contra el coronavirus, el turismo recibe un golpe del que es muy complicado recuperarse, pero es inevitable intentarlo.
Los retos son complejos. Superar las reticencias de los turistas a la salida de sus respectivos países, lograr precios competitivos frente a destinos competidores, garantizar una conectividad segura, mantener un control eficaz de la pandemia, implementar protocolos homologados en los alojamientos,... Todo un cúmulo de inconvenientes, pero nuestros empresarios turísticos están dispuestos a superarlos.