Las nuevas restricciones aprobadas ayer por el Gobierno y refrendadas por el Govern -un toque de queda desde las 11 de la noche hasta las 6 de la mañana, y un estado de alarma que Pedro Sánchez pretende aplicar hasta el 9 de mayo- constituyen la constatación del fracaso en la lucha contra la covid-19. El Ejecutivo central vuelve a aplicar la receta del estado de alarma, que abre la puerta a confinamientos parciales o totales en función de las decisiones de cada comunidad autónoma. Balears, con la economía destrozada por la pandemia, ha apostado por un toque de queda duro, que perjudicará especialmente a los negocios de restauración. Se trata de una decisión delicada, como afirma la presidenta de CAEB, Carmen Planas, que denuncia el «gran fracaso» en la gestión de la pandemia. A su juicio, las administraciones «no han sido capaces de asumir sus obligaciones». Y es que el toque de queda sin controles en los puertos y aeropuertos de Balears se antoja estéril. El nuevo esfuerzo ciudadano no se verá recompensado, nada hace pensar que este nuevo confinamiento vaya a ser provechoso. Al contrario, todo indica que se repetirá el fracaso de agosto, cuando se abrieron las puertas de entrada -aéreas y marítimas- al Archipiélago sin exigir PCR a los turistas, lo que provocó la reaparición de la covid y unas altas tasas de infección, hoy de nuevo desbordadas.
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