Con la celebración del 12 de octubre y el desfile de las Fuerzas Armadas, llega también el uso político del Ejército que practican determinadas formaciones, las más alejadas de la centralidad y la moderación. Por el extremo derecho tenemos a Vox que vuelve a interpelar a las Fuerzas Armadas al solicitar su despliegue en Ceuta y Melilla para contener la inmigración ilegal, función que ya ejercen la Policía Nacional y la Guardia Civil con los recursos, sin duda mejorables, que tienen asignados. En el extremo de la izquierda también se apela al Ejército en función de sus intereses políticos. Més per Mallorca proclamó ayer que los ejércitos «solo sirven para hacer la guerra y nada más», olvidando la labor social y humanitaria de las Fuerzas Armadas.
El CIS lleva años sin preguntar sobre la valoración de la institución militar, pero institutos demoscópicos como Ipsos sí lo hacen, y de ellos se desprende un apoyo popular de una magnitud de la que no gozan quienes nos gobiernan. En lo más duro de la pandemia, el 75 por ciento de los españoles consultados se mostró convencido de que el Ejército realiza una labor positiva para la sociedad. Una institución tan valorada por los ciudadanos merece más respeto por parte de los políticos.