El primogénito de Isabel II fue proclamado ayer como el nuevo soberano del Reino Unido por el Consejo de Adhesión. Carlos III, consciente de las dificultades que afronta al asumir esta alta responsabilidad institucional, elogió a su madre, de la que dijo que «supuso un ejemplo de vida de servicio social» con un reinado que «fue inigualable en duración, pero también en dedicación». Consciente de «esta herencia», anunció que se esforzará por seguir «su ejemplo inspirador para mantener el gobierno constitucional». Carlos III asume el reto de ser una figura política con la exigencia de la neutralidad. Le aguardan temas críticos como los movimientos secesionistas de Escocia, el Brexit y la reactivación del conflicto en Irlanda del Norte. Durante siete décadas, Isabel II gozó de un enorme prestigio que le permitió sortear las dificultades, incluso rectificar cuando fue preciso, unas habilidades que se desconocen en el nuevo rey. La llegada de Carlos de Inglaterra a la jefatura de los Windsor abre una nueva etapa para Inglaterra en la que pondrá a prueba la capacidad de adaptación de la monarquía británica a las exigencias de los nuevos tiempos. Son muchos los retos a los que más pronto que tarde deberá hacer frente el nuevo rey y, en especial, mantener la unidad del país y su capacidad de influencia en el mundo.
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